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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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Matahachi retrocedió tambaleándose y se llevó <strong>la</strong> mano a<br />

<strong>la</strong> dolorida mejil<strong>la</strong>.<br />

—Pe... pero madre, ¿qué te ocurre?<br />

Osugi, al parecer más enfadada <strong>de</strong> lo que había estado jamás<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> el día que le <strong>de</strong>stetó, le preguntó gruñendo:<br />

—Acabas <strong>de</strong> asegurarme que nunca olvidarías lo que te<br />

dije en Osaka, ¿no es cierto?<br />

Él inclinó <strong>la</strong> cabeza.<br />

—¿Dije acaso una so<strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra sobre pedirle disculpas a<br />

esa zorra indigna? ¿Cómo podrías rogarle a ese monstruo que<br />

te perdone <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que te abandonara y se marchase con<br />

otro hombre? ¡La verás, sí, pero no le pedirás disculpas! ¡Ahora<br />

escúchame!<br />

Osugi le cogió <strong>de</strong>l cuello <strong>de</strong>l kimono con ambas manos y le<br />

sacudió <strong>de</strong><strong>la</strong>nte y atrás. Matahachi, con <strong>la</strong> cabeza bamboleante,<br />

cerró los ojos y escuchó dócilmente <strong>la</strong> interminable y airada<br />

reprimenda <strong>de</strong> su madre.<br />

—¿Qué es esto? —exc<strong>la</strong>mó el<strong>la</strong>—. ¿Estás llorando? ¿Todavía<br />

quieres a esa vagabunda lo suficiente para llorar por<br />

el<strong>la</strong>? ¡Si haces eso no eres hijo mío!<br />

Le arrojó al suelo y el<strong>la</strong> cayó también.<br />

Durante varios minutos los dos se quedaron allí sentados,<br />

llorando.<br />

Pero el odio <strong>de</strong> Osugi no podía permanecer mucho tiempo<br />

sumergido. Se en<strong>de</strong>rezó y dijo:<br />

—Has llegado a un punto en que <strong>de</strong>bes tomar una <strong>de</strong>cisión.<br />

Ya no puedo vivir mucho más, y cuando muera no podrás hab<strong>la</strong>rme<br />

así aunque lo <strong>de</strong>sees. Piensa, hijo mío, que Otsü no es <strong>la</strong><br />

única mujer en el mundo. —Su voz se tranquilizó—. No <strong>de</strong>bes<br />

sentirte obligado en lo más mínimo hacia una persona que ha<br />

actuado como el<strong>la</strong> lo ha hecho. Encuentra a una chica <strong>de</strong> tu<br />

gusto y te <strong>la</strong> conseguiré aunque tenga que visitar cien veces a<br />

sus padres, aunque <strong>la</strong> fatiga acabe conmigo.<br />

Él permanecía hosco y silencioso.<br />

—Olvídate <strong>de</strong> Otsü, por el honor <strong>de</strong>l apellido Hon'i<strong>de</strong>n. Al<br />

margen <strong>de</strong> lo que pienses, es inaceptable <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el punto <strong>de</strong><br />

vista <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia. Así pues, si te resulta imposible vivir sin el<strong>la</strong>,<br />

entonces corta mi vieja cabeza, y entonces podrás hacer lo que<br />

te guste, pero mientras yo viva...<br />

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