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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>masiado alta! —gritó, y entonces cayó hacia a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte.<br />

Pareció como si hubiera perdido el sentido. Su voz había<br />

sonado como si estuviera escupiendo sangre.<br />

Había parecido que <strong>la</strong> espada y el bastón permanecerían<br />

trabados hasta que los luchadores se convirtieran en piedra. Al<br />

oír el grito <strong>de</strong> <strong>la</strong> anciana, se separaron con una fuerza más estremecedora<br />

que <strong>la</strong> que un momento antes les había llevado a<br />

trabarse.<br />

Musashi golpeó el suelo con los talones, saltó hacia atrás<br />

una distancia <strong>de</strong> siete pies. <strong>El</strong> bastón <strong>de</strong> Gonnosuke cubrió <strong>de</strong><br />

inmediato el espacio que había ocupado Musashi, el cual apenas<br />

había tenido tiempo <strong>de</strong> esquivarlo.<br />

Frustrado su ataque letal, Gonnosuke perdió el equilibrio y<br />

cayó hacia a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte, exponiendo <strong>la</strong> espalda. Musashi se movió<br />

con <strong>la</strong> rapi<strong>de</strong>z <strong>de</strong> un halcón peregrino y un <strong>de</strong>lgado <strong>de</strong>stello<br />

luminoso entró en contacto con los músculos dorsales <strong>de</strong> su<br />

adversario, el cual, con el balido <strong>de</strong> una ternera aterrada, cayó<br />

<strong>de</strong> bruces en el suelo. Musashi se sentó pesadamente en <strong>la</strong> hierba,<br />

llevándose una mano al estómago.<br />

—¡Abandono! —gritó.<br />

Gonnosuke no emitía sonido alguno. La madre, <strong>de</strong>masiado<br />

anonadada para po<strong>de</strong>r hab<strong>la</strong>r, miraba sin compren<strong>de</strong>r <strong>la</strong> forma<br />

postrada <strong>de</strong> su hijo.<br />

—He usado el canto <strong>de</strong> <strong>la</strong> espada —le dijo Musashi, volviéndose<br />

a el<strong>la</strong>. Como <strong>la</strong> mujer no parecía compren<strong>de</strong>r, añadió—:<br />

Dale un poco <strong>de</strong> agua. No está malherido.<br />

—¿Qué? —gritó el<strong>la</strong>, incrédu<strong>la</strong>.<br />

Al ver que no había sangre en el cuerpo <strong>de</strong> su hijo, se tambaleó<br />

hasta llegar a él y le abrazó. Le l<strong>la</strong>mó por su nombre, le<br />

ofreció agua y le sacudió hasta hacerle volver en sí.<br />

Gonnosuke miró unos momentos a Musashi con expresión<br />

vacía, y luego fue hacia él y se inclinó tocando el suelo con <strong>la</strong><br />

frente.<br />

—Lo siento —se limitó a <strong>de</strong>cirle—. Eres <strong>de</strong>masiado bueno<br />

para mí.<br />

Como si saliera <strong>de</strong> un trance, Musashi le cogió <strong>la</strong> mano<br />

y dijo:<br />

—¿Por qué dices eso? No eres tú quien ha perdido, sino yo.<br />

—Se abrió <strong>la</strong> parte <strong>de</strong><strong>la</strong>ntera <strong>de</strong>l kimono—. Mira esto. —Se-<br />

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