07.12.2012 Views

Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

taban preparados era aquél<strong>la</strong> a <strong>la</strong> que se enfrentaban ahora.<br />

Nadie hizo ningún movimiento para cortar el paso a Musashi,<br />

ni tampoco éste se <strong>de</strong>tuvo para <strong>de</strong>cirles nada. Recorrió<br />

varios centenares <strong>de</strong> pasos a gran<strong>de</strong>s zancadas antes <strong>de</strong> que un<br />

samurai gritara:<br />

—¡Detenedle!<br />

—¡A por él!<br />

Ocho o nueve hombres que daban gran<strong>de</strong>s gritos llenaron<br />

<strong>la</strong> calle <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> Musashi y empezaron a acercarse cautelosamente<br />

a él.<br />

—¡Espera, Musashi! —dijo uno en tono colérico.<br />

—¿Qué quieres? —replicó él <strong>de</strong> inmediato, sobresaltándolos<br />

a todos con <strong>la</strong> fuerza <strong>de</strong> su voz.<br />

Fue al <strong>la</strong>do <strong>de</strong> <strong>la</strong> calzada y se apoyó en <strong>la</strong> pared <strong>de</strong> una<br />

cabana que formaba parte <strong>de</strong> un aserra<strong>de</strong>ro, dos <strong>de</strong> cuyos trabajadores<br />

dormían allí. Uno <strong>de</strong> ellos entreabrió <strong>la</strong> puerta, pero,<br />

tras echar un rápido vistazo, cerró <strong>de</strong> un portazo y echó el cerrojo.<br />

Aul<strong>la</strong>ndo como una jauría <strong>de</strong> perros extraviados, los hombres<br />

<strong>de</strong> Yoshioka formaron gradualmente una negra medialuna<br />

alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> Musashi. Él les miraba fijamente, calibrando<br />

su fuerza, evaluando su posición, previendo por dón<strong>de</strong> podría<br />

producirse un movimiento. Ahora eran treinta hombres, los<br />

cuales estaban perdiendo con rapi<strong>de</strong>z el uso <strong>de</strong> sus treinta<br />

mentes. A Musashi no le resultaba difícil leer el pensamiento<br />

<strong>de</strong> aquel cerebro colectivo.<br />

Tal como había previsto, ninguno se a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntó en solitario<br />

para <strong>de</strong>safiarle. Parloteaban y le arrojaban insultos, <strong>la</strong> mayoría<br />

<strong>de</strong> los cuales parecían los dicterios apenas inteligibles <strong>de</strong> vagabundos<br />

vulgares y corrientes.<br />

—¡Bastardo!<br />

—¡Cobar<strong>de</strong>!<br />

—¡Aficionado!<br />

Estaban lejos <strong>de</strong> compren<strong>de</strong>r que su jactancia era meramente<br />

verbal y reve<strong>la</strong>ba su <strong>de</strong>bilidad. Hasta que <strong>la</strong> horda lograra<br />

cierto grado <strong>de</strong> cohesión, Musashi tenía <strong>la</strong> sartén por el<br />

mango. Examinó sus rostros, <strong>de</strong>cidió quiénes podían ser peligrosos,<br />

<strong>de</strong>terminó los puntos débiles <strong>de</strong> <strong>la</strong> formación y se preparó<br />

para el combate.<br />

182

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!