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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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Gonnosuke se <strong>de</strong>tuvo y le dijo:<br />

—Será mejor que esperes aquí. Esa gente probablemente<br />

duerme y no <strong>de</strong>bemos asustarles. Iré solo y veré si puedo averiguar<br />

algo.<br />

Señaló <strong>la</strong> casa, cuyo tejado <strong>de</strong> paja parecía casi enterrado<br />

bajo los árboles. Se oyó un susurro <strong>de</strong> bambúes acompañado<br />

por el ruido <strong>de</strong> apresuradas pisadas. Poco <strong>de</strong>spués, l<strong>la</strong>mó fuertemente<br />

a <strong>la</strong> puerta.<br />

Regresó pocos minutos <strong>de</strong>spués con una información que<br />

parecía dar a Musashi su primera pista auténtica. Había tardado<br />

cierto tiempo en hacer compren<strong>de</strong>r al hombre y su mujer <strong>de</strong><br />

qué les estaba hab<strong>la</strong>ndo, pero finalmente <strong>la</strong> esposa le dijo algo<br />

que le había sucedido aquel<strong>la</strong> tar<strong>de</strong>.<br />

Un poco antes <strong>de</strong> <strong>la</strong> puesta <strong>de</strong>l sol, cuando regresaba a su<br />

casa tras hacer <strong>la</strong> compra, <strong>la</strong> mujer había visto a un chiquillo<br />

que corría en dirección a Yabuhara, con <strong>la</strong>s manos y el rostro<br />

cubiertos <strong>de</strong> barro y una <strong>la</strong>rga espada <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra en el obi.<br />

Cuando el<strong>la</strong> le <strong>de</strong>tuvo para preguntarle qué le ocurría, el muchacho<br />

respondió preguntándole dón<strong>de</strong> estaba el <strong>de</strong>spacho <strong>de</strong>l<br />

representante <strong>de</strong>l shogun. Siguió diciéndole que un mal hombre<br />

se había llevado a <strong>la</strong> persona que viajaba con él. <strong>El</strong><strong>la</strong> le dijo<br />

que estaba perdiendo el tiempo, pues los funcionarios <strong>de</strong>l shogun<br />

nunca organizarían por su cuenta <strong>la</strong> búsqueda <strong>de</strong> una persona<br />

vulgar y corriente. Si se tratara <strong>de</strong> alguien gran<strong>de</strong> o importante,<br />

o si tuvieran ór<strong>de</strong>nes superiores, revolverían cada<br />

porción <strong>de</strong> estiércol <strong>de</strong> caballo, cada grano <strong>de</strong> arena, pero los<br />

paisanos normales no les interesaban. A<strong>de</strong>más, que los salteadores<br />

<strong>de</strong> caminos raptaran a una mujer o <strong>de</strong>jaran <strong>de</strong>snudo a un<br />

viajero tras haberle robado todo no era nada extraordinario.<br />

Esa c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> cosas ocurrían por <strong>la</strong> mañana, al mediodía y <strong>de</strong><br />

noche.<br />

La mujer había dicho al muchacho que fuese más allá <strong>de</strong><br />

Yabuhara, a un lugar l<strong>la</strong>mado Narai. Allí, en un cruce que era<br />

fácil <strong>de</strong> ver, encontraría el almacén <strong>de</strong> un mayorista especializado<br />

en hierbas. <strong>El</strong> propietario, que se l<strong>la</strong>maba Daizo, escucharía<br />

su re<strong>la</strong>to y con toda probabilidad se ofrecería para ayudarle.<br />

Al contrario que los funcionarios, Daizo no sólo<br />

simpatizaba con los débiles sino que no se pararía en barras<br />

para ayudarles si creía que su causa era justa.<br />

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