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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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Mientras proseguía su lenta retirada, sus atacantes seguían<br />

acosándole imp<strong>la</strong>cablemente. <strong>El</strong> rostro <strong>de</strong> Musashi había adquirido<br />

una tonalidad b<strong>la</strong>nca azu<strong>la</strong>da, y parecía inconcebible<br />

que estuviera respirando a<strong>de</strong>cuadamente. Los hombres <strong>de</strong><br />

Yoshioka confiaban en que acabara tropezando con un árbol o<br />

diera un traspié en alguna roca. Al mismo tiempo, ninguno <strong>de</strong><br />

ellos <strong>de</strong>seaba acercarse más a un hombre que luchaba <strong>de</strong>sesperadamente<br />

por su vida. Las <strong>la</strong>nzas y espadas que le acosaban<br />

siempre estaban, como más cerca, a dos o tres pulgadas <strong>de</strong> su<br />

b<strong>la</strong>nco.<br />

Los relinchos <strong>de</strong> un caballo <strong>de</strong> carga se sumaron al tumulto.<br />

Los habitantes <strong>de</strong>l cercano villorrio ya se habían levantado.<br />

Era <strong>la</strong> hora en que los sacerdotes, que se levantaban muy temprano,<br />

pasaban por allí, en sus idas y venidas hacia y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

cima <strong>de</strong>l monte Hiei, produciendo un ruido peculiar con sus<br />

altas sandalias <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra y los hombros orgullosamente erguidos.<br />

A medida que <strong>la</strong> batal<strong>la</strong> proseguía, los leñadores y granjeros<br />

iban uniéndose a los sacerdotes en el camino para presenciar<br />

el espectáculo, y pronto los gritos excitados obtuvieron<br />

una respuesta <strong>de</strong> cada pollo y caballo <strong>de</strong> <strong>la</strong> al<strong>de</strong>a. Una multitud<br />

<strong>de</strong> espectadores se reunieron alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l santuario don<strong>de</strong><br />

Musashi se había preparado para el combate. <strong>El</strong> viento había<br />

cesado y <strong>la</strong> bruma <strong>de</strong>scendido <strong>de</strong> nuevo como un espeso velo<br />

b<strong>la</strong>nco. Entonces volvió a levantarse y los espectadores tuvieron<br />

una visión c<strong>la</strong>ra <strong>de</strong> <strong>la</strong> lucha.<br />

Durante los pocos minutos <strong>de</strong> combate el aspecto <strong>de</strong> Musashi<br />

había cambiado por completo. Tenía el cabello apelmazado<br />

y ensangrentado; <strong>la</strong> sangre mezc<strong>la</strong>da con sudor había teñido<br />

<strong>de</strong> rosa <strong>la</strong> cinta <strong>de</strong> <strong>la</strong> cabeza. Parecía <strong>la</strong> encarnación <strong>de</strong>l<br />

diablo, atacando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el infierno. Respiraba con todo su cuerpo,<br />

y su pecho semejante a un escudo se agitaba como un volcán.<br />

Un <strong>de</strong>sgarrón en su hakama mostraba una herida en <strong>la</strong><br />

rodil<strong>la</strong> izquierda. Los b<strong>la</strong>ncos ligamentos visibles en el fondo<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> abertura eran como <strong>la</strong>s semil<strong>la</strong>s en una granada partida.<br />

También tenía un corte en un brazo y, aunque no era grave, le<br />

había salpicado <strong>de</strong> sangre <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el pecho hasta <strong>la</strong> espada pequeña<br />

que llevaba sujeta en el obi. Todo su kimono parecía<br />

haber sido teñido <strong>de</strong> color carmesí. Los espectadores que le<br />

veían con c<strong>la</strong>ridad se tapaban los ojos, horrorizados.<br />

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