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Eiji Yoshikawa MUSASHI 3. El Camino de la Espada

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Durante el precipitado regreso a Kyoto, los porteadores le<br />

habían transportado con tal rapi<strong>de</strong>z que fue necesario sustituirlos<br />

tres o cuatro veces. No obstante, Denshichiro tuvo<br />

tiempo para <strong>de</strong>tenerse en cada puesto <strong>de</strong> <strong>la</strong> carretera y comprar<br />

sake. Tal vez necesitaba el alcohol para sosegar sus nervios,<br />

pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego se hal<strong>la</strong>ba en un estado <strong>de</strong> agitación extrema.<br />

Cuando estaban a punto <strong>de</strong> reanudar su camino, los <strong>la</strong>dridos<br />

<strong>de</strong> unos perros en el oscuro bosque l<strong>la</strong>maron su atención.<br />

—¿Qué creéis que ocurre?<br />

—No es más que una jauría <strong>de</strong> perros.<br />

La ciudad estaba llena <strong>de</strong> perros extraviados, muchos <strong>de</strong> los<br />

cuales procedían <strong>de</strong> distritos lejanos, pues ya no había batal<strong>la</strong>s<br />

que les procurasen un suministro <strong>de</strong> carne humana.<br />

Denshichiro les gritó enfurecido que <strong>de</strong>jaran <strong>de</strong> holgazanear,<br />

pero uno <strong>de</strong> los estudiantes le dijo:<br />

—Espera..., hay algo extraño en lo que está ocurriendo ahí.<br />

—Vamos a ver <strong>de</strong> qué se trata —dijo Denshichiro, el cual se<br />

puso entonces a <strong>la</strong> cabeza <strong>de</strong>l grupo.<br />

Después <strong>de</strong> que Kojiró se marchara, los perros habían vuelto.<br />

Los tres o cuatro círculos <strong>de</strong> canes alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> Matahachi<br />

y el árbol al que estaba atado armaban un tremendo escándalo.<br />

Si los perros fuesen capaces <strong>de</strong> tener sentimientos superiores,<br />

podría haberse imaginado que se estaban vengando <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

muerte <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> sus congéneres. Sin embargo, es mucho más<br />

probable que simplemente estuvieran atormentando a una víctima<br />

cuya impotencia percibían. Todos ellos estaban tan hambrientos<br />

como lobos, tenían los vientres cóncavos, <strong>la</strong>s espinas<br />

dorsales puntiagudas como cuchillos y los dientes tan afi<strong>la</strong>dos<br />

que parecían limados.<br />

Matahachi los temía mucho más <strong>de</strong> lo que había temido a<br />

Kojiro y Gempachi. Incapaz <strong>de</strong> usar los brazos y <strong>la</strong>s piernas, no<br />

tenía más armas que <strong>la</strong> cara y <strong>la</strong> voz.<br />

Tras haber tratado primero <strong>de</strong> razonar ingenuamente con<br />

los animales, cambió <strong>de</strong> táctica y se puso a aul<strong>la</strong>r como una<br />

bestia salvaje. Los perros se acobardaron y retrocedieron un<br />

poco, pero entonces un copioso moqueo estropeó <strong>de</strong> inmediato<br />

el efecto.<br />

A continuación abrió <strong>la</strong> boca y los ojos tanto como pudo y<br />

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