Memoria detallada del - Jefatura de Gabinete de Ministros

Las políticas específicas
Para fomentar el desarrollo de las actividades científicas y tecnológicas en el
sector público y sin fines de lucro, todos los países asignan fondos a las
universidades y a los institutos de investigación. La necesidad de mejorar la
eficiencia en el uso de los recursos públicos en un contexto de crecientes
restricciones presupuestarias ha facilitado la creciente utilización de mecanismos
competitivos y transparentes para la asignación de fondos para proyectos de
investigación donde se combinan la calidad con la pertinencia y que
complementan los fondos institucionales. Estas políticas horizontales se
complementan con prioridades sectoriales, temáticas y sectoriales cuando se
asignan fondos en función de determinadas pertinencias.
Para incentivar los gastos en investigación y desarrollo en las empresas privadas,
se utilizan mecanismos fiscales y financieros y cada vez más protegen la
propiedad intelectual. Generalmente estos incentivos forman parte de políticas
horizontales y regionales destinadas a crear una masa crítica de empresas
innovadoras y ambientes propicios para la difusión y generación de conocimientos
e innovaciones, por ejemplo, a través de la conformación de redes físicas o
virtuales, la provisión colectiva de servicios tecnológicos a conjuntos de firmas, la
vinculación entre la universidad y la empresa, los parques tecnológicos e
incubadoras de empresas de base tecnológica, etc.
Para reducir las fallas de la intervención estatal se recurre no sólo a la
programación y evaluación de todos y cada uno de los organismos públicos de
programación, promoción, ejecución y difusión.
El diseño institucional
La intervención del Estado debe jugar fundamentalmente un papel catalizador en
materia de CTI, potenciando la cultura innovativa tanto en el sector público como
privado, promoviendo una concertación de esfuerzos que asegure una
infraestructura adecuada y generando un marco de incentivos que estimule las
interacciones entre los distintos agentes e instituciones que participan de un SNI.
La experiencia argentina
El retraso argentino en la promoción de las actividades científicas y tecnológicas
ha sido considerable. Es recién en los años 1950 que el gobierno nacional crea
las principales instituciones científicas y tecnológicas (CNEA, CONICET, INTA,
INTI). Esto ocurrió, por ejemplo, un siglo después del establecimiento de las
instituciones de fomento a la investigación agropecuaria y casi medio siglo más
tarde de la creación del Consejo Nacional de Investigaciones en Canadá, un país
con bastante similitudes en su patrón productivo y que a principios de este siglo
contaba con un PBI per capita similar al de la Argentina.
Las instituciones de ciencia y tecnología se desenvolvieron en nuestro país en el
marco de la inestabilidad económica y política, con escasa articulación con las
universidades y, en general, con las necesidades del aparato productivo y de los
sectores sociales. Aunque hubo episodios de políticas públicas activas, por
ejemplo, a fines de los años 1960 y comienzos de los años 1970 y valiosas
iniciativas en algunas actividades de CyT, la falta de continuidad y el papel