Memoria detallada del - Jefatura de Gabinete de Ministros

Jorge Coscia. DIRECTOR DE CINE, PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL
DE CINE Y ARTES VISUALES.
Los argentinos hemos visto derrumbarse sobre nuestras cabezas un modelo
económico y social. El actual presidente Duhalde basó el núcleo de su campaña
de 1999 en la afirmación de que el modelo imperante desde 1990 estaba
agotado. Tal vez la sincera argumentación fue clave en su derrota electoral frente
a De la Rúa. Este sostuvo hasta el final la fórmula basada en la obstinación de "un
peso igual a un dólar", aun frente a las dramáticas evidencias de un sistema que
aniquiló el aparato productivo con el consecuente aumento del desempleo,
la deuda externa y la pobreza.
Cuesta creer que hayan pasado menos de tres años de aquella elección en la que
muchos argentinos creyeron en un cambio. La desilusión, la crisis y el nuevo siglo
nos brindan la sensación de que ha pasado mucho más tiempo. De aquella
campaña electoral, recuerdo haber firmado con entonces inconfesable orgullo una
solicitada que planteaba el fin del modelo y que apoyaba al candidato que
sabíamos perdedor frente a la invencible fórmula del uno a uno. La firmábamos un
reducido grupo de referentes culturales, para darle una denominación a los que
desde la cultura nos atrevimos a la excepción y a la "incorrección" de apoyar la
propuesta de un cambio en lo esencial, que entendíamos posible de un modo
menos traumático del que luego sobrevendría.
Me permito recordar de esa reducida lista a Jaime Barylko y especialmente a
Rubén Stella. Es precisamente con el actual secretario de Cultura de la Nación
con quien debimos emprender hace menos de un año la difícil empresa de aplicar
esa convicción desde la función pública en la defensa y el fomento de nuestro
querido cine.
Hace tan poco de aquello y es de esperar que aquel modelo sea definitivamente
parte de la historia, aunque para muchos la Argentina pareciera no ser el Titanic
que ayudaron a hundir, sino un reino del revés donde algunas voces insisten en
aplicar la vieja receta que nos llevó a la agonía. No creo en la inocencia de esas
posiciones políticas, ya que el barco dado vuelta permite la burbuja de aire para
que unos pocos vivan bien y el resto, bajo el agua.
Con humildad y sin el dedo apuntando, creo que se pueden aportar desde la
experiencia del cine algunos argumentos sólidos para afianzar la convicción
de que hay otro modelo posible en el camino de la creatividad, la producción y
el trabajo, siempre que el trípode se complete con una clara y definida política de
Estado.
El cine argentino es una activa industria cultural y como tal nos brinda con sus
contundentes éxitos recientes un modelo a tener en cuenta, claramente
opuesto al modelo colapsado.Su realidad se expresa en premios
internacionales, aumento de la producción y de los puestos de trabajo directos e
indirectos, reconocimiento internacional y coproducciones. En definitiva, la
alentadora imagen de nuestro cine es la imagen ejemplar de argentinos que
trabajan, producen y son compensados y reconocidos.
¿Cuál es la clave ejemplar que el cine nos brinda? La respuesta es tan simple
como el sentido común: una ley de fomento cinematográfico, recuperada por