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Propedeutica y Semiologia tomo I

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PROPEDÉUTICA CLÍNICA Y SEMIOLOGÍA MÉDICA<br />

SECCIÓN II<br />

Para ello podemos utilizar las técnicas clínicas fundamentales:<br />

interrogatorio, inspección, palpación, percusión<br />

y auscultación, ayudados por los procedimientos auxiliares,<br />

los instrumentales y los de laboratorio muchas veces<br />

tan imprescindibles como aquellas.<br />

El mejor método de examen es el más completo y ordenado.<br />

El médico tiene el deber de hacer siempre un<br />

examen integral del enfermo, cualquiera que sea el sentido<br />

en que lo orienten los síntomas recogidos en el interrogatorio.<br />

Según Araoz Alfaro, los errores diagnósticos<br />

dependen, en su mayoría, de exámenes incompletos, precipitados<br />

o insuficientemente repetidos, y en medicina<br />

no hay signos pequeños ni exámenes inútiles.<br />

Debe adoptarse, pues, un buen método de examen, que<br />

se respetará y seguirá fielmente en todos los casos, en el<br />

que debe dominar el orden y la minuciosidad, a más de<br />

ser completo como ya hemos dicho, sin dejar en ningún<br />

caso de explorar todos los órganos y sistemas, valiéndonos<br />

de todos los recursos de examen. De los recursos de exploración,<br />

sean clínicos, radiológicos o de laboratorio diremos<br />

como Alfaro, que no hay ni puede haber oposiciones<br />

ni preferencias jerárquicas, porque todos son<br />

necesarios y aun, a veces, insuficientes para el diagnóstico.<br />

Recordemos siempre según Sergent, que cada método<br />

de examen tiene su límite de sensibilidad, o sea, que<br />

cualquiera de ellos, el que pueda parecer menos exacto,<br />

es capaz de suministrar signos que ningún otro procedimiento,<br />

incluso los más precisos, puede proporcionar.<br />

No hay diagnóstico sin ciencia y arte médicos en el<br />

más amplio sentido de la palabra. Ciencia que se afianza<br />

en el conocimiento y arte que nace de la observación y la<br />

práctica.<br />

La intuición y la adivinación diagnóstica, el “ojo clínico”<br />

de los buenos médicos no es otra cosa que “saber<br />

clínico”, ya que saber, según G. Le Bon, es hacer inconscientemente<br />

lo que se aprendió conscientemente.<br />

PRONÓSTICO<br />

Pronóstico (del griego, pro: delante, anticipadamente, y<br />

gnignostein: conocer) se llama al juicio dado por el médico<br />

sobre la evolución que tendrá una enfermedad, es<br />

decir, sobre sus alternativas, duración, probable terminación<br />

y secuelas.<br />

Establecer el pronóstico sigue siendo, como en tiempos<br />

de Hipócrates, la parte más difícil de la práctica médica<br />

y también la más delicada; de él dependen las indicaciones<br />

previsoras, ya sean terapéuticas y/o psicológicas,<br />

que el médico debe instituir y tomar para la seguridad y<br />

la tranquilidad del enfermo y de sus familiares.<br />

Se puede decir que no hay otra regla ni otro método<br />

para hacer el pronóstico, que efectuar el diagnóstico clínico<br />

completo del enfermo, puesto que este diagnóstico<br />

casi lleva en sí el pronóstico; el resto lo hacen algunas<br />

particularidades de ciertos signos y sobre todo el arte y la<br />

experiencia del clínico.<br />

El pronóstico plantea siempre estos dos problemas:<br />

¿La enfermedad compromete la vida del enfermo?<br />

¿Qué consecuencias alejadas tendrá?<br />

De acuerdo con esto el pronóstico puede ser: benigno,<br />

grave, letal y reservado.<br />

Pronóstico benigno. Cuando la enfermedad cura total y<br />

rápidamente con completo restitutio ad integrum.<br />

Pronóstico grave. Cuando la enfermedad puede tener alternativas<br />

que pongan en peligro la vida del enfermo,<br />

cuando es muy larga o penosa, o cuando puede dejar secuelas<br />

o afecciones diversas.<br />

Pronóstico letal. Cuando se trata de una enfermedad mortal,<br />

ya sea por su gravedad o porque no se posea un tratamiento<br />

eficiente.<br />

Pronóstico reservado. Cuando dentro de las alternativas<br />

que puede presentar están las secuelas y afecciones graves<br />

y la posibilidad de muerte.<br />

El diagnóstico clínico, dijimos, lleva en sí el pronóstico,<br />

pero este es “un futuro” y nada hay más incierto que<br />

el futuro en la vida del hombre enfermo. Una herida insignificante,<br />

una amigdalitis trivial pueden terminar en<br />

una septicemia o en una nefritis grave y hasta mortal.<br />

Una tuberculosis pulmonar, una tifoidea son en sí graves,<br />

y pueden dejar secuelas, pero también pueden evolucionar<br />

benignamente y curar de una forma total. En<br />

cambio, un cáncer, una nefroangiosclerosis, una insuficiencia<br />

circulatoria crónica, etc., marcharán, a plazo más<br />

o menos breve o largo, hacia la muerte. De estos ejemplos<br />

se desprende cuánto tacto, mesura y conocimiento<br />

son necesarios para establecer un pronóstico, que si bien<br />

puede ser orientado “por la regla general” no deben olvidarse,<br />

en el mismo, las excepciones.<br />

En el estudio del método de examen que debe elegirse<br />

para llegar con más seguridad a un diagnóstico completo,<br />

deben recordarse los consejos de Robert Hutchinson,<br />

reproducidos por Levy Simpson en su interesante libro<br />

sobre diagnóstico médico:<br />

1. No sea demasiado listo.<br />

2. No diagnostique rarezas.<br />

3. No esté apurado.<br />

4. No decaiga en su interés por el diagnóstico.<br />

5. No confunda un rótulo con un diagnóstico.<br />

6. No diagnostique dos enfermedades simultáneamente<br />

en el mismo paciente.<br />

7. No esté demasiado seguro.<br />

8. No sea parcial ni tendencioso.<br />

9. No dude en revisar su diagnóstico de tiempo en tiempo<br />

en un caso crónico.<br />

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