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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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MILAGROS<br />

− Ender nos ha estado acosando últimamente. Insiste en que ideemos una forma de viajar más<br />

rápida que la luz.<br />

− Dijisteis que era imposible.<br />

− Eso pensamos. Eso piensan <strong>los</strong> científicos humanos. Pero Ender insiste en que si <strong>los</strong> ansibles<br />

pueden transmitir información, deberíamos poder transmitir materia a la misma velocidad. Eso es<br />

una tontería, claro: no hay comparación entre información y realidad física.<br />

− ¿Por qué ansía tanto viajar más rápido que la luz?.<br />

− Es una idea absurda, ¿verdad? Llegar a algún sitio antes de que lo hago tu imagen. Como<br />

atravesar un espejo para encontrarte a ti mismo al otro lado.<br />

− Ender y Raíz han hablado mucho acerca de esto. Los he oído. Ender piensa que tal vez materia y<br />

energía sólo estén compuestas de información. Esa realidad física no es más que el mensaje que <strong>los</strong><br />

filotes se transmiten unos a otros.<br />

− ¿Qué dice Raíz?<br />

− Dice que Ender está a medias en lo cierto. Raíz dice que la realidad física es un mensaje... y el<br />

mensaje es una pregunta que <strong>los</strong> filotes hacen continuamente a Dios.<br />

− ¿Cuál es la pregunta?.<br />

− Dos palabras: ¿Por qué?.<br />

− ¿Y cómo les contesta Dios?.<br />

− Con vida; Raíz dice que la vida es la manera en que Dios da sentido al universo.<br />

Toda la familia de Miro fue a recibirlo cuando regresó a Lusitania. Después de todo, lo querían. Y<br />

él <strong>los</strong> amaba también a el<strong>los</strong>, y después de un mes en el espacio ansiaba su compañía. Sabía<br />

(intelectualmente, al menos) que su mes en el espacio había sido para el<strong>los</strong> un cuarto de siglo. Se<br />

había preparado para las arrugas en la cara de su madre, incluso para que Grego y Quara fueran<br />

adultos en la treintena. Lo que no había previsto, al menos no visceralmente, era qué se hubieran<br />

convertido en extraños. No, peor que extraños. Eran extraños que lo compadecían y creían<br />

conocerlo y lo trataban como a un niño. Todos eran más viejos que él. Todos el<strong>los</strong>. Y todos más<br />

jóvenes, porque el dolor y la pérdida no <strong>los</strong> había tocado de la forma en que lo habían tocado a él.<br />

Ela fue la mejor, como de costumbre. Lo abrazó y lo besó.<br />

−Me haces sentir mortal −le dijo−. Pero me alegro de verte joven.<br />

Al menos tuvo el coraje de admitir que entre el<strong>los</strong> había una barrera inmediata, aunque pretendiera<br />

que esa barrera era su juventud. Cierto, Miro estaba exactamente tal como lo recordaban. Su rostro,<br />

al menos. El hermano perdido durante tanto tiempo había regresado de entre <strong>los</strong> muertos; el

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