27.03.2013 Views

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

que me convenía. Incluso las veces que se equivocaron fueron buenos. Puedo juzgar<strong>los</strong> por sus<br />

propósitos después de todo. Todo el mundo considera buenos sus propósitos, pero <strong>los</strong> de mis padres<br />

lo fueron realmente, porque pretendían que todos sus actos hacia mí me ayudaran a ser más sabia,<br />

más fuerte y mejor. Incluso cuando me obligaron a hacer cosas penosas porque sabían que debía<br />

aprender de ellas. Incluso cuando me causaron dolor."<br />

Eso era. Eso era lo que serían <strong>los</strong> dioses, si existían. Querrían que todo el mundo tuviera todo lo que<br />

era bueno en la vida, igual que padres bondadosos. Pero contrariamente a el<strong>los</strong> o a las otras<br />

personas, <strong>los</strong> dioses sabrían lo que era bueno y tendrían el poder para hacer que sucedieran las cosas<br />

buenas, incluso cuando nadie más comprendiera que eran buenos. Como dijo Wiggin, <strong>los</strong> dioses de<br />

verdad serían más fuertes y más listos que nadie. Tendrían toda la inteligencia y el poder que era<br />

posible tener.<br />

Pero un ser semejante..., ¿quién era alguien como Wang−mu para juzgar a un dios? No podría<br />

comprender sus propósitos aunque se <strong>los</strong> dijeran, ¿cómo podía saber entonces que eran buenos? Y<br />

la otra aproximación, confiar en el<strong>los</strong> y creer de forma absoluta..., ¿no era lo que hacía Qing−jao?<br />

No. Si hubiera dioses, nunca actuarían como Qing−jao pensaba que lo hacían, esclavizando a la<br />

gente, atormentándo<strong>los</strong> y humillándo<strong>los</strong>.<br />

A menos que el tormento y la humillación les convinieran. "¡No!" Casi gritó en voz alta, y una vez<br />

más se cubrió la cara con las manos, esta vez para guardar silencio.<br />

"Sólo puedo juzgar por lo que yo entiendo. Si por lo que puedo ver <strong>los</strong> dioses en <strong>los</strong> que cree<br />

Qing−jao sólo son malignos, entonces sí, tal vez estoy equivocada, tal vez no puedo comprender el<br />

gran propósito que buscan al convertir a <strong>los</strong> agraciados en esclavos indefensos, o al destruir una<br />

especie entera. Pero en mi corazón no tengo más elección que rechazar a esos dioses, porque no<br />

detecto nada bueno en lo que hacen. Tal vez soy tan tonta y tan estúpida que siempre seré enemiga<br />

de <strong>los</strong> dioses, trabajando contra sus altos, e incomprensibles propósitos. Pero tengo que vivir mi<br />

vida según lo que yo entiendo, y lo que entiendo es que no hay dioses como <strong>los</strong> que nos enseñan <strong>los</strong><br />

agraciados. Actúan para hacer a otras personas más pequeñas y crecer el<strong>los</strong> mismos. Ésos no serían<br />

dioses, si existieran. Serían enemigos. Demonios."<br />

Lo mismo sucede con <strong>los</strong> seres, quienesquiera que fuesen, que crearon el virus de la descolada. Sí,<br />

tendrían que ser muy poderosos para crear una herramienta como ésa. Pero también tendrían que ser<br />

despiadados; egoístas, arrogantes, para pensar que toda la vida del universo era suya para<br />

manipularla a su antojo. Enviar la descolada al universo, sin preocuparse por <strong>los</strong> seres que matara o<br />

las hermosas criaturas que destruyera..., ésos tampoco serían dioses.<br />

Y Jane... Jane podría ser un dios. Jane poseía grandes cantidades de información y gran sabiduría, y<br />

actuaba por el bien de <strong>los</strong> demás, aunque eso le costara la vida. Incluso ahora, después de que su<br />

vida estuviera condenada. También Andrew Wiggin podría ser un dios, tan sabio y amable como<br />

parecía, y no actuaba por su propio beneficio sino por el de <strong>los</strong> pequeninos. Y Valentine, que se<br />

llamaba a sí misma Demóstenes, ya que había trabajado para ayudar a otras personas a encontrar la<br />

verdad y tomar sus propias decisiones sabias. Y el Maestro Han, que intentaba hacer siempre lo más<br />

justo, aunque le costara su hija. Tal vez incluso Ela, la científico, aunque no sabía todo lo que<br />

debería saber..., pues no se avergonzaba de aprender la verdad de una criada.<br />

Por supuesto, no eran el tipo de dioses que vivían en el Oeste Infinito, en el Palacio de la Real<br />

Madre. Tampoco eran dioses a sus propios ojos: se reirían de ella por pensarlo siquiera. Pero

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!