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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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−Estás hablando de lobotomizar a una especie entera −protestó Quara amargamente−. ¿Qué<br />

pensaríais si alguien encontrara un medio de mantener a todos <strong>los</strong> humanos vivos, pero sin cerebro?<br />

Por supuesto, Grego recogió el guante.<br />

−Cuando esos virus puedan escribir poemas o razonar un teorema, me tragaré todas esas chorradas<br />

sentimentales acerca de cómo debemos mantener<strong>los</strong> con vida.<br />

−¡Sólo porque no sepamos leer<strong>los</strong> no significa que no tengan sus poemas épicos!<br />

−Fecha as bocas!−rugió Kovano.<br />

Inmediatamente, guardaron silencio.<br />

−Nossa Senhora −exclamó−. Tal vez Dios quiere destruir Lusitania porque es la única manera que<br />

se le ocurre de haceros callar a <strong>los</strong> dos.<br />

El obispo Peregrino carraspeó.<br />

−O tal vez no −dijo Kovano−. Dios me libre de especular sobre sus motivos.<br />

El obispo se echó a reír, lo cual permitió que <strong>los</strong> demás se rieran también. La tensión se rompió,<br />

como una ola del mar, desaparecida por el momento, pero sin duda para volver.<br />

−¿Entonces el antivirus está casi listo? −le preguntó Kovano a Ela.<br />

−No... o sí, el virus de reemplazo está casi completamente− diseñado. Pero siguen existiendo dos<br />

problemas. El primero es cómo esparcirlo. Tenemos que encontrar un medio para que el nuevo<br />

virus ataque y sustituya al antiguo. Sigue estando... muy lejos.<br />

−¿Quieres decir que queda un largo camino o que no tienes la menor idea de cómo hacerlo?<br />

Kovano no era ningún tonto. Obviamente, había tratado con científicos antes.<br />

−Más o menos entre una cosa y otra −dijo Ela.<br />

Novinha se agitó en su asiento, apartándose visiblemente de Ela. "Mi pobre hermana −pensó<br />

Quim−. Puede que no te hable durante <strong>los</strong> próximos años."<br />

−¿Y el otro problema? −preguntó Kovano.<br />

−Una cosa es diseñar el virus sustituto. Otra muy distinto es producirlo.<br />

−Son meros detalles−dijo Novinha.<br />

−Te equivocas, madre, y lo sabes −replicó Ela−. Puedo trazar un diagrama de cómo queremos que<br />

sea el nuevo virus. Pero incluso trabajando bajo diez grados absolutos, no podemos cortar y<br />

recombinar el virus de la descolada con suficiente precisión. O se muere, porque dejamos fuera<br />

demasiado, o inmediatamente se repara en cuanto vuelve a temperaturas normales, porque no<br />

quitamos lo suficiente.

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