27.03.2013 Views

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

difuminado, empezó a advertir lo que le había hecho a su madre. Lo que le habían hecho todos.<br />

Dejarla sola. Dejarla sintiendo que había perdido no sólo a Quim, sino a su familia entera. Aquello<br />

fue algo terrible, y su madre no lo merecía.<br />

Quara se volvió de inmediato y regresó a la casa. Pero cuando atravesaba la puerta, Ela entró<br />

también en el salón por la otra, la que conducía al interior de la casa.<br />

−No está aquí −dijo Ela.<br />

−Nossa Senhora −susurró Quara−. Le dije cosas terribles.<br />

−Todos lo hicimos.<br />

−Nos necesita. Quim está muerto, y nosotros sólo supimos...<br />

−Cuando ella golpeó así a Miro, fue...<br />

Para su sorpresa, Quara descubrió que estaba llorando, abrazada a su hermana mayor. "¿Entonces<br />

todavía soy una niña, después de todo? Sí, lo soy, lo somos todos, y Ela sigue siendo la única que<br />

sabe consolarnos."<br />

−Ela, ¿era Quim el único que nos mantenía unidos? Ahora que ya no está, ¿hemos dejado de formar<br />

una familia?<br />

−No lo sé.<br />

−¿Qué podemos hacer?<br />

Por respuesta, Ela la cogió de la mano y ambas salieron de la casa. Quara preguntó adónde iban,<br />

pero Ela no respondió, sólo le sujetó la mano y siguió avanzando. Quara la acompañó sin ofrecer<br />

resistencia: no tenía ni idea de qué hacer, y de algún modo seguir a Ela parecía algo seguro. Al<br />

principio pensó que Ela estaba buscando a su madre, pero no, no se dirigió al laboratorio ni a<br />

ningún otro lugar donde pudiera estar. Se sorprendió aún más al ver dónde terminó su camino.<br />

Se encontraban delante del altar que el pueblo de Lusitania había erigido en mitad de la ciudad. El<br />

altar de Gusto y Cida, sus abue<strong>los</strong>, <strong>los</strong> primeros xenobiólogos que descubrieron una forma para<br />

contener al virus de la descolada y salvar así a la colonia humana de Lusitania.<br />

Aunque encontraron las drogas que impidieron que la descolada siguiera matando gente, el<strong>los</strong><br />

mismos murieron, demasiado infectados ya para que su propia droga <strong>los</strong> salvara.<br />

El pueblo <strong>los</strong> adoró, construyó aquel altar, <strong>los</strong> llamó Os Venerados incluso antes de que la iglesia<br />

<strong>los</strong> beatificara. Y ahora que estaban a sólo un paso de ser canonizados como santos, estaba<br />

permitido rezarles.<br />

Para sorpresa de Quara, Ela había acudido allí para rezar. Se arrodilló ante el altar, y aunque Quara<br />

no era demasiado creyente, se arrodilló junto a su hermana.<br />

Abuelo, abuela, rezad a Dios por nosotros. Rezad por el alma de nuestro hermano Esteváo. Rezad<br />

por todas nuestras almas. Rezad a Cristo para que nos perdone.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!