27.03.2013 Views

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

−Lo haré, Qing−jao, de forma que no tengan que crecer más hijos siendo esclavos como lo has<br />

hecho tú. Cuando pienso en tu cara contra el suelo, siguiendo las vetas de la madera, quiero cortar<br />

<strong>los</strong> cuerpos de quienes te obligaron a hacerlo, hasta que sea su sangre la que forme líneas, que<br />

seguiría alegremente, para saber que han sido castigados.<br />

Ella se echó a llorar.<br />

−Padre, te lo suplico, no provoques a <strong>los</strong> dioses.<br />

−Más que nunca estoy decidido ahora a liberar el virus, si viene.<br />

−¿Qué puedo hacer para persuadirte? Si guardo silencio, lo harás, y si hablo para suplicarte, lo harás<br />

con toda seguridad.<br />

−¿Sabes cómo podrías detenerme? Podrías hablarme como si supieras que la voz de <strong>los</strong> dioses es<br />

producto de un desorden cerebral, y luego, cuando yo sepa que ves el mundo con claridad y<br />

firmeza, podrías persuadirme con buenos argumentos de que un cambio tan rápido, completo y<br />

devastador sería dañino, o cualquier otro argumento que quieras presentar.<br />

−Entonces, para convencer a mi padre, ¿debo mentirle?<br />

−No, mi Gloriosamente Brillante. Para persuadir a tu padre debes mostrar que comprendes la<br />

verdad.<br />

−Comprendo la verdad −afirmó Qing−jao−. Comprendo que algún enemigo te ha arrancado de mí.<br />

Comprendo que ahora sólo me quedan <strong>los</strong> dioses y madre, que está entre el<strong>los</strong>. Suplico a <strong>los</strong> dioses<br />

que me dejen morir y unirme a ella, para no tener que sufrir más el dolor que me causas, pero el<strong>los</strong><br />

me dejan aquí. A mi entender eso significa que quieren que siga adorándo<strong>los</strong>. Tal vez no estoy<br />

suficientemente purificada. O tal vez saben que pronto tu corazón volverá a cambiar, y vendrás a mí<br />

como solías hacerlo, hablando honorablemente de <strong>los</strong> dioses y enseñándome a ser una verdadera<br />

servidora suya.<br />

−Eso no sucederá nunca −declaró Han Fei−tzu.<br />

−Una vez pensé que algún día podrías ser el dios de Sendero. Ahora veo que, lejos de ser el<br />

protector de este mundo, te has convertido en su más oscuro enemigo.<br />

Han Fei−tzu se cubrió el rostro y salió de la habitación, sollozando por su hija. Nunca podrían<br />

persuadirla mientras oyera la voz de <strong>los</strong> dioses. Pero tal vez si traían el virus, tal vez si <strong>los</strong> dioses<br />

guardaban silencio, ella lo escucharía. Tal vez podría devolverla a la razón.<br />

Estaban sentados en la nave, que más parecía dos cuencos de metal, colocados uno sobre el otro,<br />

con una puerta en un lado. El diseño de Jane, fielmente ejecutado por la reina colmena y sus<br />

obreras, incluía muchos instrumentos en el exterior. Pero incluso rebosando de sensores no se<br />

parecía a ningún tipo de astronave vista antes. Era demasiado pequeña, y no había ningún medio. de<br />

propulsión visible. La única energía que podría dirigir aquella nave a alguna parte era el invisible<br />

aiua que Ender llevaba a bordo consigo.<br />

Estaban sentados formando un círculo. Había seis asientos, porque el diseño de Jane permitía la

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!