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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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MÁRTIR<br />

− Ender dice que aquí en Lusitanio estamos en la piedra angular de la historia. Que en <strong>los</strong><br />

próximos meses o años será el lugar donde llegue muerte o comprensión a cada especie inteligente.<br />

− Qué considerado por su porte, traernos aquí justo a tiempo para nuestra posible muerte.<br />

− Te estás burlando de mí, claro.<br />

− Si supiéramos hacer burla, tal vez te la haríamos.<br />

− Lusitania es la piedra angular de la historia en porte porque vosotros estáis aquí. La lleváis a<br />

cuestas dondequiera que vais.<br />

− La ignoramos. Os la damos. Es vuestra.<br />

− Cada vez que se encuentran extraños es un momento histórico.<br />

− Entonces no seamos extraños.<br />

− Los humanos insisten en hacernos extraños a todos. Está inscrito en su material genético. Pero<br />

nosotros podemos ser amigos.<br />

− Esa palabra es demasiado fuerte. Digamos que somos compañeros−ciudadanos.<br />

− Al menos mientras nuestros intereses coincidan.<br />

− Mientras brillen las estrellas, nuestros intereses coincidirán.<br />

− Tal vez no tanto. Tal vez sólo mientras <strong>los</strong> seres humanos sean más fuertes y numerosos que<br />

nosotros.<br />

− Eso basta por ahora.<br />

Quim acudió ,a la reunión sin protestar, aunque aquello podía retrasarlo un día completo en su viaje.<br />

Hacía tiempo que había aprendido a tener paciencia. No importaba lo urgente que considerara su<br />

misión con <strong>los</strong> herejes, poco conseguiría, a la larga, si no tenía detrás el apoyo de la colonia<br />

humana. Así, si el obispo Peregrino le pedía que asistiera a una reunión con Kovano Zeljevo, el<br />

alcalde de Milagro y gobernador de Lusitania, Quim acudía.<br />

Se sorprendió al comprobar que también asistían a la reunión Ouanda Saavedra, Andrew Wiggin y<br />

la mayor parte de la familia del propio Quim. La presencia de Madre y Ela tenía sentido, si la<br />

reunión tenía por objeto tratar la política referida a <strong>los</strong> pequeninos herejes. Pero ¿qué estaban<br />

haciendo allí Quara y Grego? No había ninguna razón para que estuvieran implicados en ninguna<br />

discusión seria. Eran demasiado jóvenes, demasiado impetuosos, y estaban demasiado mal<br />

informados.<br />

Por lo que había visto, todavía peleaban como niños pequeños. No eran tan maduros como Ela,<br />

capaz de olvidar sus sentimientos personales en interés de la ciencia. Por supuesto, a Quim le<br />

preocupaba a veces que Ela llevara esto demasiado lejos para su propio bien, pero ése nunca era el<br />

problema con Quara y Grego.

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