27.03.2013 Views

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

la poetisa recuerda a su compañero perdido. ¿A quién recuerdo yo ahora? −pensó Qing−jao−.<br />

¿Dónde está mi dulce amor? Qué época sería aquélla, cuando la gran Li Qing−jao era todavía<br />

mortal y hombres y mujeres podían estar juntos como tiernos amigos, sin preocuparse por quién era<br />

agraciado por <strong>los</strong> dioses y quién no. Entonces una mujer podía llevar una vida tal que incluso en su<br />

soledad tenía recuerdos.<br />

Yo ni siquiera puedo recordar la cara de mi madre. Sólo las fotos planas; no puedo recordar su cara<br />

en movimiento mientras sus ojos me miraban.<br />

Sólo tengo a mi padre, que es como un dios; puedo adorarlo y obedecerlo e incluso amarlo, pero no<br />

puedo jugar con él; cuando bromeo con él, siempre tengo cuidado de que apruebe la forma en que<br />

lo hago. Y Wang−mu.<br />

Hablé firmemente de cómo seríamos amigas, y sin embargo la trato como a una criada, no olvido ni<br />

por un solo instante quién es la agraciada por <strong>los</strong> dioses y quién no. Es un muro que nunca puede<br />

cruzarse. Estoy sola ahora y estaré sola siempre.<br />

un frío claro atraviesa<br />

las cortinas de la ventana<br />

la luna creciente más allá de <strong>los</strong> barrotes de oro."<br />

Qing−jao se estremeció. "La luna y yo. ¿No consideraban <strong>los</strong> griegos a su luna como una fría<br />

virgen, una cazadora? ¿No es eso lo que soy ahora? Dieciséis años e intacta<br />

y una flauta suena<br />

como si se acercara alguien<br />

Yo escucho y escucho pero nunca oigo la melodía de alguien acercándose..."<br />

No. Lo que oía eran <strong>los</strong> sonidos distantes de la comida al ser preparada, el parloteo de cuencos y<br />

cucharas, risas en la cocina. Roto su ensimismamiento, alzó la mano y secó las estúpidas lágrimas<br />

que le surcaban las mejillas. ¿Cómo podía considerar que estaba sola, cuando vivía en aquella casa<br />

atestada, donde todo el mundo se había preocupado por ella durante toda su vida? "Estoy aquí<br />

sentada, recitándome fragmentos de poesía antigua, cuando tengo trabajo que hacer."<br />

De inmediato, empezó a pedir <strong>los</strong> informes referentes a las investigaciones sobre la identidad de<br />

Demóstenes.<br />

Los informes la hicieron pensar por un momento que también era un callejón sin salida. Más de tres<br />

docenas de escritores en el mismo número de mundos habían sido arrestados por producir<br />

documentos sediciosos bajo ese nombre. El Congreso Estelar había llegado a la conclusión lógica:<br />

Demóstenes era simplemente el nombre común que usaba cualquier rebelde que quería llamar la<br />

atención. No había ningún Demóstenes real, ni siquiera una conspiración organizada.<br />

Pero Qing−jao tenía sus dudas acerca de esta conclusión. Demóstenes había tenido un éxito notable<br />

a la hora de provocar problemas en cada mundo. ¿Podía haber alguien con tanto éxito entre <strong>los</strong><br />

traidores de cada planeta? No parecía probable.<br />

Además, al reflexionar sobre cuando leyó a Demóstenes, Qing−jao recordó haber advertido la

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!