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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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comparados con ella, desde luego eran dioses. Eran mucho más sabios que Wang−mu, y mucho<br />

más poderosos, y por lo que podía colegir de sus propósitos, intentaban ayudar a otras personas para<br />

que fueran lo más sabias y poderosas posible. Incluso más sabios y más poderosos que el<strong>los</strong><br />

mismos. Por eso, aunque Wang−mu tal vez se equivocara, aunque no pudiera entender nada de<br />

nada, sabía sin embargo que su decisión de trabajar con esta gente era la adecuada.<br />

Sólo podría hacer el bien mientras comprendiera lo que era la bondad. Y esta gente parecía estar<br />

haciendo el bien, mientras que el Congreso parecía hacer el mal. Así, aunque a la larga pudiera<br />

destruirla (pues el Maestro Han era ahora un enemigo del Congreso, y podía ser arrestado y<br />

ejecutado, y Wang−mu con él), lo haría de todas formas. Nunca vería a dioses de verdad, pero podía<br />

al menos trabajar para ayudar a esta gente que estaba tan cerca de <strong>los</strong> dioses como podría estarlo<br />

una persona real.<br />

"Y si a <strong>los</strong> dioses no les complace, pueden envenenarme en mi sueño o prenderme fuego cuando<br />

pasee por el jardín mañana o hacer que mis brazos, mis piernas y mi cabeza se me caigan del cuerpo<br />

como migajas de un pastel rancio. Si no son capaces de detener a una estúpida criada como yo, es<br />

que entonces no valen gran cosa."

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