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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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−Miro −lo llamó ella.<br />

Se volvió, esperó.<br />

−Gracias por no amenazarme con que ese programa vuestro abra mis archivos si no lo hago yo.<br />

−Por supuesto que no −dijo él.<br />

−Andrew me habría amenazado con eso, ya sabes. Todo el mundo piensa que es un santo, pero<br />

siempre amenaza a la gente que no le obedece.<br />

−Él no me amenaza.<br />

−Lo he visto hacerlo.<br />

−Advierte.<br />

−Oh, perdóname. ¿Existe alguna diferencia?<br />

−Sí −dijo Miro.<br />

−La única diferencia entre una advertencia y una amenaza consiste en si tú eres la persona que la<br />

hace o la que la recibe.<br />

−No. La diferencia consiste en lo que pretende esa persona.<br />

−Márchate. Tengo trabajo que hacer, aunque esté pensando. Márchate.<br />

Miro abrió la puerta.<br />

−Pero gracias−dijo ella. −<br />

Él cerró la puerta a su espalda.<br />

Mientras se alejaba, lane conectó inmediatamente con él.<br />

−Veo que decidiste no decirle que entré en sus archivos incluso antes de que vinieras.<br />

−Sí, bueno. Me siento como un hipócrita −suspiró Miro−. Me agradeció algo que ya había hecho.<br />

−Lo hice yo.<br />

−Fuimos nosotros. Tú, Ender y yo. Vaya grupo.<br />

−¿Lo pensará de verdad?<br />

−Tal vez. O quizá ya lo haya pensado y haya decidido cooperar y esté solamente buscando una<br />

excusa. O tal vez ya ha decidido no hacerlo y dijo unas palabras amables porque me tiene lástima.

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