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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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unido físicamente. Pero, en su imaginación, Ender siempre lo veía desmoronándose hasta quedar<br />

reducido a polvo al otro lado de la barrera, convirtiéndose en humo bajo la brisa antes de poder<br />

golpear el suelo.<br />

Lo que incomodaba más a Ender de la barrera disruptora era que estaba basada en el mismo<br />

principio que el Ingenio D.M. Diseñado para ser usado contra astronaves y misiles, fue Ender quien<br />

lo volvió contra el planeta natal de <strong>los</strong> insectores cuando comandó la flota humana tres mil años<br />

atrás. Además, se trataba de la misma arma que el Congreso Estelar había enviado ahora camino de<br />

Lusitania. Según Jane, el Congreso ya había intentado enviar la orden para usarlo. La había<br />

bloqueado cortando las comunicaciones ansibles entre la flota y el resto de la humanidad, pero no<br />

había manera de saber si algún capitán agotado, lleno de pánico porque su ansible no funcionaba,<br />

podría aún dirigirlo contra Lusitania cuando llegara.<br />

Era impensable, pero lo habían hecho: el Congreso había enviado la orden de destruir un mundo.<br />

De cometer xenocidio. ¿Había escrito Ender en vano la Reina Colmena? ¿Habían olvidado ya?<br />

Pero para el<strong>los</strong> no era "ya". Para la mayoría de la gente habían transcurrido tres mil años. Y aunque<br />

Ender había escrito la Vida de Humano, no se la creía ampliamente todavía. No había sido abrazada<br />

por la gente hasta el grado de que el Congreso no se atreviera a actuar contra <strong>los</strong> pequeninos.<br />

¿Por qué habían decidido hacerlo? Probablemente por el mismo propósito que la barrera disruptora<br />

de <strong>los</strong> xenobiólogos: para aislar una peligrosa infección a fin de que no se extendiera a la población<br />

más amplia. El Congreso estaba probablemente preocupado por contener la plaga de la revuelta<br />

planetaria. Pero cuando la flota llegara aquí, con o sin órdenes, podrían usar el Pequeño Doctor<br />

como solución definitiva al problema de la descolada: si no había ningún planeta Lusitania, no<br />

habría ningún virus mutable medio inteligente que tuviera la oportunidad de aniquilar a la<br />

humanidad y todas sus obras.<br />

No había mucha distancia entre <strong>los</strong> campos experimentales y la nueva estación de xenobiología. El<br />

sendero rodeaba una colina baja, sorteaba el borde del bosque que era padre, madre y cementerio<br />

viviente para esta tribu de pequeninos, y luego llegaba hasta la puerta norte de la verja que rodeaba<br />

la colonia humana.<br />

La verja resultaba dolorosa para Ender. Ya no había motivos para que existiera, ahora que la<br />

política de contacto mínimo entre humanos y pequeninos había sido rota, y ambas especies<br />

atravesaban libremente la puerta. Cuando Ender llegó a Lusitania, la verja estaba cargada con un<br />

campo que provocaba un dolor insoportable a quien la cruzara. Durante la lucha por ganar el<br />

derecho a comunicarse libremente con <strong>los</strong> pequeninos, el mayor de <strong>los</strong> hijos adoptivos de Ender,<br />

Miro, había quedado atrapado en el campo durante varios minutos, lo que le causó una lesión<br />

cerebral irreversible. Sin embargo, la experiencia de Miro era sólo la expresión más dolorosa e<br />

inmediata de lo que la verja hacía a las almas de <strong>los</strong> humanos rodeados por ella. La psicobarrera fue<br />

desconectada hacía treinta años. Durante todo este tiempo, no había existido ningún motivo para<br />

que se irguiera ninguna barrera entre humanos y pequeninos; sin embargo la verja permanecía. Los<br />

colonos humanos de Lusitania lo querían así. Deseaban que la frontera entre humanos y pequeninos<br />

siguiera siendo inexpugnable.<br />

Por eso el laboratorio xenobiológico había sido trasladado desde su antiguo emplazamiento junto al<br />

río. Si <strong>los</strong> pequeninos iban a tomar parte en la investigación, el laboratorio tenía que estar cerca de<br />

la verja, y todos <strong>los</strong> campos experimentales ante ella, para que humanos y pequeninos no tuvieran la<br />

oportunidad de enfrentarse casualmente.

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