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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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−¿Por qué no permite variedad el virus de la descolada? Ésa debería ser una tendencia con valor de<br />

supervivencia negativo, y sin embargo la descolada sobrevive. Wang−mu debe de pensar que soy<br />

idiota por no haber pensado en esto antes. Pero no soy gaióloga, y crecí en Lusitania, así que nunca<br />

me planteé el tema, y sólo supuse que fuera cual fuese la gaiología de Lusitania, funcionaba... y<br />

luego seguí estudiando la descolada. ¿Qué piensa Wang−mu?<br />

Wang−mu se sintió alborozada al oír aquellas palabras de una desconocida. ¿Qué le había contado<br />

Jane acerca de ella? ¿Cómo podía pensar Ela que Wang−mu podía considerarla idiota, si Ela era<br />

una científica y ella sólo una criada?<br />

−¿Cómo puede importar lo que yo piense? −murmuró Wang−mu.<br />

−¿Qué piensas? −insistió Jane−. Aunque no sepas por qué, puede ser importante, Ela quiere saberlo.<br />

Así, Wang−mu contó sus especulaciones.<br />

−Es una tontería, porque se trata tan sólo de un virus microscópico, pero la descolada debe de estar<br />

haciéndolo todo. Contiene en su interior todos <strong>los</strong> genes de todas las especies, ¿no? Así que debe de<br />

encargarse de la evolución ella sola. En vez de todo ese cambio genético, la descolada lo realiza ella<br />

misma. Podría hacerlo, ¿no? Podría cambiar <strong>los</strong> genes de toda una especie, aunque la especie esté<br />

todavía viva. No tendría que esperar a una evolución.<br />

Hubo otra pausa y Jane volvió a alzar la mano. Debía de estar mostrando a Ela la cara de<br />

Wang−mu, dejando que oyera las palabras de sus propios labios.<br />

−Nossa Senhora −susurró Ela−. En este mundo, la descolada es Gaia. Por supuesto. Eso lo<br />

explicaría todo, ¿no? Hay tan pocas especies porque la descolada sólo permite las especies que tiene<br />

domadas. Convirtió la gaiología de un planeta entero en algo casi tan simple como el Mundo<br />

Margarita.<br />

Wang−mu pensó que era divertido oír a una científica con educación como Ela referirse a Mundo<br />

Margarita, como si fuera aún una estudiante nueva, una muchacha a medio educar como ella misma.<br />

Otra cara apareció junto a la de Ela, esta vez la de un hombre caucásico mayor, tal vez de unos<br />

sesenta años, con el cabello blanco y expresión tranquila y pacífica.<br />

−Pero una parte de la cuestión de Wang−mu sigue sin respuesta −dijo−. ¿Cómo puede evolucionar<br />

la descolada? ¿Cómo pudo haber protovirus de la descolada? ¿Por qué una gaiología tan limitada<br />

tendría preferencia de supervivencia sobre el lento modelo evolutivo de todos <strong>los</strong> otros mundos con<br />

vida?<br />

−Nunca he hecho esa pregunta −observó Wang−mu−. Qing−jao hizo la primera parte, pero el resto<br />

es cosa de él.<br />

−Calla −ordenó Jane−. Qing−jao nunca formuló la pregunta. La usó como una excusa para no<br />

estudiar <strong>los</strong> documentos lusitanos. Sólo tú la hiciste realidad, y el hecho de que Andrew Wiggin<br />

entienda tu propia pregunta mejor que tú no significa que no siga siendo tuya.<br />

De modo que éste era Andrew Wiggin, el Portavoz de <strong>los</strong> Muertos. No parecía viejo y sabio, no de<br />

la forma en que lo parecía el Maestro Han. En cambio, este Wiggin parecía sorprendido y estúpido,

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