27.03.2013 Views

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

−Tal vez menos −prosiguió Quim−. Así lo espero.<br />

−Esperanza −bufó Miro.<br />

−Junto con la fe y el amor puro, es una de las grandes virtudes. Deberías intentarlo.<br />

−He visto a Ouanda.<br />

−Ha intentado hablar contigo desde que llegaste.<br />

−Es vieja y gorda. Ha tenido un puñado de críos, ha vivido treinta años y el tipo con quien se casó<br />

la ha ido desgastando todo ese tiempo. ¡Habría preferido visitar su tumba!<br />

−Qué generoso de tu parte.<br />

−¡Sabes lo que quiero decir! Dejar Lusitania fue una buena idea, pero treinta años no han bastado.<br />

−Habrías preferido volver a un mundo donde nadie te conociera.<br />

−Nadie me conoce aquí tampoco.<br />

−Tal vez no. Pero te queremos, Miro.<br />

−Queréis lo que yo era.<br />

−Eres el mismo hombre, Miro. Sólo tienes un cuerpo diferente.<br />

Miro se levantó con esfuerzo, apoyándose contra Raíz para equilibrarse.<br />

−Habla a tu amigo árbol, Quim. Nada de lo que tengas que decir me interesa.<br />

−Eso crees −replicó Quim.<br />

−¿Sabes qué es peor que un gilipollas, Quim?<br />

−Claro. Un gilipollas inútil, hostil, amargado, autocompasivo, abusivo y miserable que tiene una<br />

opinión demasiado elevada de su propio sufrimiento.<br />

Fue más de lo que Miro pudo soportar. Gritó lleno de furia y se lanzó contra Quim, para derribarlo<br />

al suelo. Naturalmente, Miro perdió el equilibrio y cayó encima de su hermano, y luego se enredó<br />

en la túnica del sacerdote. Pero no importaba: Miro no intentaba levantarse, sino causar dolor a<br />

Quim si de esta forma pudiera librarse de algo.<br />

Sin embargo, después de unos pocos golpes, Miro dejó de debatirse y se echó a llorar sobre el<br />

pecho de su hermano. Un instante después, sintió <strong>los</strong> brazos de Quim a su alrededor. Oyó su suave<br />

voz, entonando una plegaria.<br />

−Pai Nosso, que estás no céu.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!