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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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−¿Venís o qué? −preguntó Peter−. Los otros han salido ya. Con todas esas muestras de orina.<br />

−Ender, tengo miedo −dijo la joven Valentine−. No sé qué debo hacer ahora.<br />

−Ni yo −respondió Ender−. Dios me perdone si esto te hace daño. Nunca te habría hecho volver<br />

para herirte.<br />

−Lo sé.<br />

−No −dijo Peter−. El dulce y viejo Ender saca de su cerebro a una joven núbil que se parece a su<br />

hermana adolescente. Mmmm, mmm, Ender, amigo mío, ¿no hay límite a tu perversión?<br />

−Sólo una mente enferma pensaría una cosa así −masculló Ender.<br />

Peter se echó a reír.<br />

Ender cogió a la joven Val de la mano y la condujo hacia la puerta. Pudo sentir que su mano sudaba<br />

y temblaba. Ella parecía tan real... Era real. Y allí mismo, en cuanto llegó a la puerta, descubrió a la<br />

Valentine de verdad, madura y casi una anciana, aunque todavía la mujer hermosa y graciosa que<br />

había conocido y amado durante todos estos años. Ésa es mi auténtica hermana, la que amo como a<br />

mi segundo yo. ¿Qué hacía esta joven en mi mente?<br />

Estaba claro que Grego y Ela habían dicho lo suficiente para que la gente supiera que algo extraño<br />

había sucedido. Cuando Miro salió de la nave, robusto y vigoroso, hablando con claridad y tan<br />

exuberante que parecía a punto de ponerse a cantar, provocó un murmullo de agitación.<br />

Un milagro. Había milagros ahí fuera, dondequiera que hubiera ido la nave.<br />

Sin embargo, la aparición de Ender sembró el silencio. Pocos habrían sabido, al mirarla, que la<br />

muchacha que le acompañaba era Valentine en su juventud: sólo Valentine sabía quién era. Y nadie<br />

más que Valentine reconocería a Peter Wiggin en su vigorosa juventud: las imágenes de <strong>los</strong> textos<br />

de historia eran normalmente ho<strong>los</strong> tomados en la madurez de su vida, cuando las holografías<br />

baratas y permanentes empezaban a difundirse.<br />

Pero Valentine <strong>los</strong> reconoció. Ender se quedó ante la puerta, con la joven Val a su lado y Peter<br />

detrás, y Valentine <strong>los</strong> reconoció a ambos. Avanzó un paso, apartándose de Jakt, hasta encontrarse<br />

cara a cara con Ender.<br />

−Ender−dijo−. Dulce chiquillo atormentado, ¿esto es lo que creas cuando vas a un sitio donde<br />

puedes hacer todo lo que quieras? −extendió la mano y tocó a la joven copia de sí misma en la<br />

mejilla−. Tan hermosa. Nunca he sido tan hermosa, Ender. Es perfecta. Es todo lo que quise ser<br />

pero nunca fui.<br />

−¿No te alegras de verme, Val, mi querida Demóstenes? −Peter se abrió paso entre Ender y la joven<br />

Val−. ¿No tienes también dulces recuerdos míos? ¿No soy más hermoso de lo que recuerdas? Yo sí<br />

que me alegro de verte. Te ha ido muy bien con el personaje que creé para ti. Demóstenes. Yo te<br />

creé, pero nunca me has dado las gracias.<br />

−Gracias, Peter −susurró Valentine. Miró de nuevo a la joven Val−. ¿Qué harás con el<strong>los</strong>?

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