27.03.2013 Views

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

exactamente. Nunca tenían experiencias privadas. Así, si un padre−árbol deseara guardarse algo<br />

para sí, habría otro cercano que no pensaría lo mismo. Los bosques siempre actuaban en unidad,<br />

pero seguían estando compuestos de individuos, y por eso las historias pasaban de un bosque a otro<br />

a pesar de lo que unos cuantos padres−árbol pudieran querer.<br />

Quim sabía que ésa era su protección. Porque aunque Guerrero fuera un hijo de puta sediento de<br />

sangre (a pesar de que ése era un epíteto absurdo referido a <strong>los</strong> pequeninos), no podía hacer nada al<br />

padre Esteváo sin persuadir a <strong>los</strong> hermanos de su bosque para que actuaran como él quería. Y si lo<br />

hacía, alguno de <strong>los</strong> otros padres−árbol de su bosque lo sabría, y lo contaría. Habría testigos. Si<br />

Guerrero rompía el juramento que todos <strong>los</strong> padres−árbol habían hecho treinta años atrás, cuando<br />

Andrew Wiggin envió a Humano a la tercera vida, no podría hacerlo en secreto. Todo el mundo lo<br />

sabría, y Guerrero sería conocido como perjuro. Sería algo vergonzoso. ¿Qué esposa permitiría a <strong>los</strong><br />

hermanos que llevaran una madre para él entonces? ¿Qué motivos volvería a tener mientras viviera?<br />

Quim estaba a salvo. Tal vez no lo escucharían, pero tampoco le harían daño.<br />

Sin embargo, cuando llegó al bosque de Guerrero, no perdieron el tiempo en escucharlo. Los<br />

hermanos lo agarraron, lo tiraron al suelo y lo arrastraron hasta Guerrero.<br />

−Esto no era necesario −dijo−. Iba a venir aquí de todas formas.<br />

Un hermano empezó a golpear el árbol con sus pa<strong>los</strong>. Quim atendió la música cambiante mientras<br />

Guerrero alteraba <strong>los</strong> huecos en su interior, transformando el sonido en palabras.<br />

−Has venido porque yo lo ordené.<br />

−Tú ordenaste. Yo he venido. Si quieres pensar que has causado mi venida, así sea. Pero las órdenes<br />

de Dios son las únicas que obedezco de corazón.<br />

−Estás aquí para oír la voluntad de Dios −sentenció Guerrero.<br />

−Estoy aquí para decir la voluntad de Dios −respondió Quim−. La descolada es un virus, creado por<br />

Dios para convertir a <strong>los</strong> pequeninos en sus dignos hijos. Pero el Espíritu Santo no tiene ninguna<br />

encarnación. Es perpetuamente espíritu, y así puede habitar en nuestros corazones.<br />

−La descolada habita en nuestros corazones, y nos otorga vida. Cuando habita en tu corazón, ¿qué<br />

te da?<br />

−Un Dios. Una fe. Un bautismo. Dios no predica una cosa a <strong>los</strong> humanos y otra a <strong>los</strong> pequeninos.<br />

−No somos "pequeños". Ya verás quién es poderoso y quién es pequeño.<br />

Lo obligaron a permanecer de pie con la espalda apoyada contra el tronco de Guerrero. Sintió que la<br />

corteza cambiaba tras él. Lo empujaron. Muchas pequeñas manos, muchos morros respirando sobre<br />

su cuerpo. En todos <strong>los</strong> años transcurridos, nunca había considerado aquellas manos, aquellas caras,<br />

como pertenecientes a enemigos. E incluso ahora, advirtió Quim con alivio, no <strong>los</strong> consideraba sus<br />

propios enemigos. Eran <strong>los</strong> enemigos de Dios, y <strong>los</strong> compadecía por ello. Fue un gran<br />

descubrimiento para él, incluso mientras lo empujaban al vientre de un padre−árbol asesino,<br />

comprobar que no albergaba miedo ni odio en su interior. "Realmente no temo a la muerte. No lo<br />

sabía."

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!