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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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Wang−mu parecía una persona diferente. No hubo ningún altibajo en su voz cuando habló.<br />

−Si Demóstenes le dice al pueblo de Sendero que <strong>los</strong> agraciados son simplemente personas con un<br />

cambio genético pero también con un defecto genético, eso significa que no habrá más motivos para<br />

dejar que <strong>los</strong> agraciados nos gobiernen.<br />

Por primera vez en su vida, Qing−jao pensó que no todo el mundo en Sendero se sentía tan contento<br />

como ella de seguir el orden establecido por <strong>los</strong> dioses. Por primera vez, advirtió que podría estar<br />

completamente sola en su determinación de servir a <strong>los</strong> dioses a la perfección.<br />

−¿Qué es el Sendero? −preguntó Jane, tras ella−. Primero <strong>los</strong> dioses, luego <strong>los</strong> antepasados, luego<br />

<strong>los</strong> gobernantes, luego el yo.<br />

−¿Cómo puedes atreverte a hablar del Sendero cuando estás intentando seducirnos a mi padre, a mi<br />

doncella secreta y a mí para apartarnos de él?<br />

−Imagina, sólo por un momento: ¿y si todo lo que os he dicho es verdad? ¿Y si vuestra aflicción<br />

obedece a <strong>los</strong> designios de hombres malvados que quieren explotaros y oprimiros y que, con<br />

vuestra ayuda, explotan y oprimen a toda la humanidad? Porque cuando ayudáis al Congreso es eso<br />

lo que estáis haciendo. Eso no puede ser lo que desean <strong>los</strong> dioses. ¿Y si yo existo para ayudaros a<br />

comprender que el Congreso ha perdido el mandato del cielo? ¿Y si la voluntad de <strong>los</strong> dioses es que<br />

sirváis al Sendero en su orden apropiado? Primero, servid a <strong>los</strong> dioses, apartando del poder a <strong>los</strong><br />

amos corruptos del Congreso que han olvidado el mandato del cielo. Luego servid a vuestros<br />

antepasados, a tu padre, vengando su humillación a manos de <strong>los</strong> torturadores que os deformaron<br />

para convertiros en sus esclavos. Luego servid al pueblo de Sendero, liberándolo de las<br />

supersticiones y <strong>los</strong> tormentos mentales que <strong>los</strong> atan. Luego, servid a <strong>los</strong> nuevos gobernantes sabios<br />

que sustituirán al Congreso ofreciéndoles un mundo lleno de inteligencias superiores dispuestas a<br />

aconsejar<strong>los</strong>, libre, voluntariamente. Y finalmente servíos a vosotros mismos dejando que las<br />

mejores mentes de Sendero encuentren una cura para vuestra necesidad de pasaros media vida<br />

consciente entregados a esos rituales absurdos.<br />

Qing−jao escuchó el discurso de Jane con creciente inseguridad. Parecía plausible. ¿Cómo podía<br />

saber Qing−jao lo que deseaban <strong>los</strong> dioses? Tal vez habían enviado a este programa−Jane para<br />

liberar<strong>los</strong>. Tal vez el Congreso era tan corrupto y peligroso como había dicho Demóstenes, y tal vez<br />

había perdido el mandato del cielo.<br />

Pero al final, Qing−jao supo que todo aquello no eran más que las mentiras de un seductor. Para<br />

empezar, no podía dudar de las voces de <strong>los</strong> dioses en su interior. ¿No había sentido aquella horrible<br />

necesidad de purificarse? ¿No había experimentado la alegría de una adoración con éxito cuando<br />

sus rituales quedaban terminados? Su relación con <strong>los</strong> dioses era el hecho más seguro de su vida; y<br />

cualquiera que lo negara, que amenazara con arrebatárselo, no sólo tenía que ser su enemigo, sino<br />

también el enemigo del cielo.<br />

−Enviaré mi informe sólo a <strong>los</strong> agraciados −dijo−. Si el pueblo llano decide rebelarse contra <strong>los</strong><br />

dioses, es algo que no puede evitarse. Pero yo les serviré mejor manteniendo a <strong>los</strong> agraciados en el<br />

poder, pues de esa forma todo el mundo podrá seguir la voluntad de <strong>los</strong> dioses.<br />

−Todo esto carece de sentido −dijo Jane−. Aunque todos <strong>los</strong> agraciados crean lo mismo que tú,<br />

nunca conseguirás sacar una palabra de este mundo hasta que yo lo quiera.

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