27.03.2013 Views

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

−Pero ¿podrías encontrar una salida de esta pesadilla en la oscuridad? −preguntó Valentine.<br />

−Probablemente −dijo Ender−. Hay pautas. Como telas de araña. Cuando sientes la estructura<br />

general, cada sección del túnel cobra más sentido.<br />

−¿Estos túneles no son aleatorios? −la voz de Valentine sonó escéptica.<br />

−Es como <strong>los</strong> túneles de Eros −explicó Ender.<br />

En realidad no había tenido muchas oportunidades de explorar cuando vivió en Eros como<br />

niño−soldado. El asteroide había sido peinado por <strong>los</strong> insectores cuando lo convirtieron en su base<br />

de avanzadilla en el Sistema Solar, y luego se convirtió en el cuartel general de la flota humana<br />

cuando fue capturado durante la primera Guerra Insectora. Durante sus meses de estancia allí,<br />

Ender había dedicado la mayor parte de su tiempo y atención a aprender a controlar flotas de<br />

astronaves en el espacio. Sin embargo, debió de aprender mucho más acerca de <strong>los</strong> túneles de lo que<br />

había supuesto en un principio, porque la primera vez que la reina colmena lo llevó a su cubil en<br />

Lusitania, Ender descubrió que las curvas y giros nunca parecían sorprenderle. Le parecían bien...,<br />

no, en realidad le parecían inevitables.<br />

−¿Qué es Eros? −preguntó Miro.<br />

−Un asteroide cercano a la Tierra −explicó Valentine−. El lugar donde Ender perdió la cabeza.<br />

Ender intentó explicarles algo referente a la forma en que estaba organizado el sistema de túneles.<br />

Pero era demasiado complicado. Como fracciones, había demasiadas excepciones posibles para<br />

comprender el sistema en detalle: seguía eludiendo la comprensión cuando más atentamente se<br />

perseguía. Sin embargo, a Ender siempre le parecía lo mismo, una pauta que se repetía una y otra<br />

vez. O tal vez fuera que de algún modo había entrado en la mente colmena, cuando estudiaba a <strong>los</strong><br />

insectores para derrotar<strong>los</strong>. Tal vez, simplemente, había aprendido a pensar como un insector. En<br />

ese caso, Valentine tenía razón: había perdido parte de su mente humana, o al menos le había<br />

añadido un poco de la mente colmena.<br />

Por fin, cuando doblaron una esquina, vieron un destello de luz.<br />

−Graças a Deus −susurró Miro.<br />

Ender advirtió con satisfacción que Plikt (esta mujer de piedra que no podía ser la misma persona<br />

que la brillante estudiante que recordaba) también dejaba escapar un suspiro de alivio. Tal vez había<br />

algo de vida en ella, después de todo.<br />

−Ya casi hemos llegado −indicó Ender−. Y ya que está poniendo, estará de buen humor.<br />

−¿No quiere intimidad? −preguntó Miro.<br />

−Es como un clímax sexual menor que dura varias horas −explicó Ender−. La hace sentirse muy<br />

alegre. Las reinas están normalmente rodeadas por obreras y zánganos que funcionan como partes<br />

de sí mismas. No conocen la timidez.<br />

Sin embargo, en su mente, Ender pudo sentir la intensidad de su presencia. La reina podía<br />

comunicarse con él en cualquier momento, naturalmente. Pero cuando estaba cerca, era como si

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!