27.03.2013 Views

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

−¿Quién? ¿La policía?<br />

Varias personas se rieron amargamente, ya que el<strong>los</strong> eran policías, o habían visto a agentes entre la<br />

muchedumbre.<br />

Aquí están −declaró Miro.<br />

Pudieron oír un zumbido bajo, débil al principio, apenas audible con el rugir del fuego, pero fue<br />

aumentando de volumen, hasta que cinco voladores aparecieron, rozando la hierba mientras<br />

revoloteaban sobre la multitud, a veces negros en su silueta contra el bosque ardiente, a veces<br />

brillantes con el fuego reflejado cuando estaban en el lado opuesto. Por fin se detuvieron. Sólo<br />

entonces pudo la gente distinguir una forma negra tras otra, mientras <strong>los</strong> seis pilotos se alzaban de<br />

cada plataforma. Lo que habían tomado por la brillante maquinaria de <strong>los</strong> voladores no lo era en<br />

absoluto, sino criaturas vivientes, no tan grandes como <strong>los</strong> hombres pero tampoco tan pequeños<br />

como <strong>los</strong> pequeninos, con grandes cabezas y ojos multifacetados. No hicieron ningún gesto<br />

amenazador, sólo formaron filas ante cada volador; pero no hizo falta ningún gesto. Su misión bastó<br />

para despertar recuerdos de antiguas pesadillas e historias de terror.<br />

−Deus nos perdoe! −gimieron varios hombres−. Dios nos perdone.<br />

Creyeron morir.<br />

−Marchaos a casa −repitió Miro−. Quedaos dentro de la verja.<br />

−¿Qué son? −La voz infantil de Nimbo habló por todos el<strong>los</strong>.<br />

Las respuestas llegaron en susurros.<br />

−Diab<strong>los</strong>.<br />

−Ángeles destructores.<br />

−La muerte.<br />

Y entonces la verdad, por boca de Grego, pues sabía lo que debían ser, aunque era impensable.<br />

−Insectores −dijo−. Insectores, aquí en Lusitania.<br />

No se marcharon corriendo del lugar. Se fueron caminando, observando con cuidado, temerosos de<br />

las extrañas nuevas criaturas cuya existencia ninguno de el<strong>los</strong> había sospechado, cuyos poderes sólo<br />

podían imaginar o recordar de antiguos vídeos estudiados en el colegio. Los insectores, que habían<br />

estado a punto de destruir a la humanidad, hasta que fueron aniquilados por Ender el Xenocida. El<br />

libro de la Reina Colmena decía que eran hermosos y que no tenían por qué haber muerto. Pero<br />

ahora, al ver<strong>los</strong>, con sus brillantes exoesqueletos negros, un millar de lentes en sus resplandecientes<br />

ojos verdes, lo que sentían no era belleza,. sino terror. Y cuando llegaran a casa, sería con el<br />

conocimiento de que eran estos seres, y no sólo <strong>los</strong> pequeños y retrasados cerdis, <strong>los</strong> que les<br />

esperaban al otro lado de la verja. ¿Estuvieron aprisionados antes? Así pues, ahora estaban<br />

atrapados en uno de <strong>los</strong> círcu<strong>los</strong> del infierno.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!