27.03.2013 Views

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Sin embargo, en su corazón, se sintió contenta: ¡alguien lo había visto!<br />

−Preguntas que ningún experto habría hecho −replicó Jane−. No obstante, fueron exactamente las<br />

preguntas que condujeron a Qing−jao a sus más importantes logros conceptuales. Puede que no seas<br />

una agraciada, Wang−mu, pero tienes dones propios.<br />

−Leeré y responderé −accedió Wang−mu−, pero también reuniré muestras de tejidos. Todas las<br />

muestras de tejidos, para que el Maestro Han no tenga que hablar a esos visitantes agraciados y<br />

escuchar las alabanzas por un acto terrible que no ha cometido.<br />

El Maestro Han todavía se opuso.<br />

−Me niego a aceptar que tus actos...<br />

Jane lo interrumpió.<br />

−Han Fei−tzu, sé sabio. Wang−mu, como criada, es invisible. Tú, como señor de la casa, eres tan<br />

sutil como un tigre en un patio de recreo. Nada de lo que hagas pasará inadvertido. Deja que<br />

Wang−mu haga lo que sabe hacer mejor.<br />

"Sabias palabras −pensó Wang−mu−. ¿Por qué me pides entonces que responda al trabajo de<br />

científicos, si cada persona debe dedicarse a lo que sabe hacer mejor?"<br />

Sin embargo, guardó silencio. Jane les indicó que empezaran tomando sus propias muestras de<br />

tejidos; luego Wang−mu se dedicó a recoger muestras del resto del servicio de la casa. Encontró la<br />

mayoría de lo que necesitaba en peines y ropas sin lavar. En cuestión de unos días reunió muestras<br />

de una docena de visitantes agraciados, también tomadas de sus ropas. Nadie tuvo que tomar<br />

muestras fecales, después de todo. Pero ella habría estado dispuesta.<br />

Qing−jao se dio cuenta de su presencia, por supuesto, pero la ignoró. A Wang−mu le dolía que la<br />

tratara tan fríamente, pues antes fueron amigas y Wang−mu todavía la amaba, o al menos amaba a<br />

la joven que había sido Qing−jao antes de la crisis. Sin embargo, no había nada que Wang−mu<br />

pudiera decir o hacer para restaurar su amistad. Ella había elegido otro camino.<br />

Wang−mu guardó todas las muestras de tejidos cuidadosamente separadas y etiquetadas. No<br />

obstante, en vez de llevarlas a un técnico médico, encontró un medio mucho más simple. Vestida<br />

con algunas de las ropas viejas de Qing−jao, para parecer una estudiante agraciada en vez de una<br />

criada, se dirigió a la facultad más cercana y les dijo que trabajaba en un proyecto cuya naturaleza<br />

no podía divulgar, y solicitó humildemente que realizaran un análisis de las muestras de tejidos que<br />

llevaba. Como esperaba, no hicieron ninguna pregunta a una muchacha agraciada, aunque fuera una<br />

completa desconocida. En cambio, llevaron a cabo <strong>los</strong> análisis moleculares, y Wang−mu sólo pudo<br />

asumir que Jane había cumplido su promesa: que había tomado el control del ordenador y<br />

conseguido que el análisis incluyera todas las operaciones que Ela necesitaba.<br />

De vuelta a casa, Wang−mu destruyó todas las muestras que había recogido y quemó el informe que<br />

le habían dado en la facultad. Jane tenía ya lo que necesitaba: era absurdo correr el riesgo de que<br />

Qing−jao o tal vez un criado de la casa a sueldo del Congreso descubriera que Han Fei−tzu estaba<br />

trabajando en un experimento biológico. Y en cuanto a alguien que la reconociera como la joven<br />

agraciada que había visitado la facultad..., no había ninguna posibilidad. Nadie que buscara a una

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!