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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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terrible y hermoso."<br />

−Recuerda, Wang−mu, que el mundo llamado Sendero no es el Sendero mismo, sino que lleva su<br />

nombre para recordarnos que sigamos el auténtico Sendero cada día. Mi padre y yo servimos al<br />

Congreso porque ostenta el mandato del cielo, y por eso el Sendero requiere que lo sirvamos por<br />

encima de <strong>los</strong> deseos y necesidades del mundo concreto llamado Sendero.<br />

Wang−mu la miraba con <strong>los</strong> ojos desorbitados, sin parpadear. ¿Comprendía? ¿Creía? No importaba,<br />

llegaría a creer con el tiempo.<br />

−Vete ahora, Wang−mu. Tengo que trabajar.<br />

−Sí, Qing−jao.<br />

Wang−mu se levantó inmediatamente y retrocedió, inclinándose. Qing−jao se volvió hacia su<br />

terminal. Pero cuando empezaba a requerir más informes a la pantalla, se dio cuenta de que había<br />

alguien en la habitación con ella.<br />

Giró en su silla: en la puerta estaba Wang−mu.<br />

−¿Qué pasa?−preguntó Qing−jao.<br />

−¿Es el deber de una doncella secreta decirte cualquier sabiduría que acuda a su mente, aunque<br />

resulte ser una tontería?<br />

−Puedes decirme lo que quieras. ¿Te he castigado alguna vez?<br />

−Entonces, por favor, perdóname, Qing−jao, si me atrevo a decir algo sobre la gran tarea en la que<br />

estás trabajando.<br />

¿Qué sabía Wang−mu de la Flota Lusitania? Era una estudiante rápida, pero Qing−jao le enseñaba a<br />

un nivel tan primitivo en todos <strong>los</strong> temas que era absurdo pensar que pudiera siquiera entender <strong>los</strong><br />

problemas, mucho menos las respuestas. Sin embargo, su padre le había enseñado que <strong>los</strong> sirvientes<br />

son siempre más felices cuando saben que sus amos escuchan sus voces.<br />

−Cuéntamelo, por favor −rogó Qing−jao−. ¿Cómo podrías decir algo más estúpido que mis propias<br />

palabras?<br />

−Mi querida hermana mayor −dijo Wang−mu−. Tú misma me has dado esta idea. Has dicho<br />

muchas veces que nada conocido en toda la ciencia y la historia podría haber causado que la flota<br />

desapareciera con tanta perfección, y a la vez.<br />

−Pero sucedió, y por eso debe ser posible después de todo.<br />

−Lo que se me ocurrió, mi dulce Qing−jao, es algo que me explicaste la última vez que estudiamos<br />

lógica. Acerca de la primera causa y la causa final. Todo este tiempo has estado buscando primeras<br />

causas: cómo se hizo desaparecer a la flota. Pero ¿has buscado causas finales, lo que deseaba<br />

conseguir alguien aislando a la flota, o incluso destruyéndola?<br />

−Todo el mundo sabe por qué la gente quiere detener a la flota. Intentan proteger <strong>los</strong> derechos de

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