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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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−Quiero decir que estás cometiendo un error doctrinal. Citas bien <strong>los</strong> versícu<strong>los</strong>: ayuno en el<br />

desierto, piedras convertidas en pan, todo eso. Pero ¿no crees que quedas un poco en evidencia al<br />

adjudicarte el papel de Satanás?<br />

Entonces Guerrero se dejó llevar por la furia y rompió a hablar tan rápidamente que la madera<br />

empezó a retorcerse y presionar sobre Quim, hasta que éste temió acabar despedazado dentro del<br />

árbol.<br />

−¡Tú eres Satanás! ¡Intentas hacernos creer en tus mentiras el tiempo suficiente para que <strong>los</strong><br />

humanos encontréis un medio de matar a la descolada y apartar a <strong>los</strong> hermanos de la tercera vida<br />

para siempre! ¿Crees que no lo vemos? ¡Conocemos todos vuestros planes, todos! ¡No tenéis<br />

secretos! ¡Y Dios tampoco nos guarda secretos! ¡Somos nosotros quienes tenemos la tercera vida,<br />

no vosotros! ¡Si Dios os amara, no dejaría que os enterraran en el suelo y que de vosotros no<br />

surgieran más que gusanos!<br />

Los hermanos se sentaron alrededor de la abertura del tronco, fascinados por la discusión.<br />

Duró seis días, argumentos doctrinales dignos de cualquiera de <strong>los</strong> padres de la Iglesia de todos <strong>los</strong><br />

tiempos. Desde el concilio de Nicea no se consideraron ni sopesaron temas tan importantes.<br />

Los argumentos pasaron de hermano en hermano, de árbol a árbol, de bosque a bosque. Los<br />

recuentos del diálogo entre Guerrero y el padre Esteváo llegaban siempre a Raíz y Humano en<br />

cuestión de un día. Pero la información no era completa. No comprendieron hasta el cuarto día que<br />

Quim estaba prisionero, sin la<br />

comida que contenía el inhibidor de la descolada.<br />

Se preparó una expedición de inmediato: Ender y Ouanda, Jakt, Lars y Varsam. El alcalde Kovano<br />

envió a Ender y Ouanda porque eran conocidos y respetados entre <strong>los</strong> cerdis, y a Jakt y a su hijo y<br />

su yerno porque no eran lusitanos nativos. Kovano no se atrevía a enviar a ninguno de <strong>los</strong> colonos<br />

nacidos en el planeta: si se difundía la noticia de lo sucedido, nadie podría decir lo que ocurriría.<br />

Los cinco cogieron el vehículo más rápido y siguieron las direcciones que les dio Raíz. El viaje<br />

duró tres días.<br />

Al sexto día, el diálogo terminó, porque la descolada había invadido tanto el cuerpo de Quim que ya<br />

no tenía fuerzas para hablar, y a menudo estaba demasiado delirante y febril para decir nada<br />

inteligible cuando lo hacía.<br />

Al séptimo día miró a través de la abertura, hacia arriba, sobre las cabezas de <strong>los</strong> hermanos que<br />

todavía estaban allí, observando.<br />

−Veo al Salvador sentado a la diestra de Dios −susurró. Entonces sonrió.<br />

Una hora después estaba muerto. Guerrero lo sintió y lo anunció triunfalmente a <strong>los</strong> demás.<br />

−¡El Espíritu Santo ha juzgado, y el padre Esteváo ha sido rechazado!<br />

Algunos hermanos se alegraron. Pero no tantos como esperaba Guerrero.<br />

Al anochecer llegó el grupo de Ender. Los cerdis no pensaron en capturar<strong>los</strong> y probar<strong>los</strong>: eran

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