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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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−No lo haré.<br />

−Creía que le preocupaba el bienestar de esta colonia −dijo el alcalde Kovano.<br />

−Me preocupa el bienestar de todos <strong>los</strong> cristianos a mi cargo −respondió el obispo−. Hasta hace<br />

treinta años, eso significaba que preocupaba sólo por <strong>los</strong> seres humanos de Lusitania. Ahora, sin<br />

embargo, soy igualmente responsable del bienestar espiritual de <strong>los</strong> pequeninos cristianos de este<br />

planeta. Envío al padre Esteváo en su misión exactamente como un misionero llamado Patricio fue<br />

enviado a la isla de Eire. Tuvo un éxito extraordinario, y convirtió a reyes y naciones. Por<br />

desgracia, la Iglesia irlandesa no actuó siempre como habría deseado el papa. Hubo mucha...,<br />

digamos controversia entre el<strong>los</strong>. Superficialmente se refería a la fecha de la Pascua, pero en el<br />

fondo el tema era la obediencia al papa. Incluso se derramó sangre de vez en cuando. Pero ni por un<br />

momento imaginó nadie que habría sido mejor que san Patricio nunca hubiera ido a Eire. Nunca<br />

nadie sugirió que habría sido mejor que <strong>los</strong> irlandeses hubieran continuado siendo paganos.<br />

Grego se levantó.<br />

−Hemos encontrado el filote, el auténtico átomo indivisible. Hemos conquistado las estrellas.<br />

Enviamos mensajes más rápidos que la velocidad de la luz. Sin embargo, seguimos viviendo en la<br />

Edad Media.<br />

Se encaminó hacia la puerta.<br />

−Sal por esa puerta antes de que yo te lo diga −advirtió el alcalde−, y no verás el sol en un año.<br />

Grego se dirigió a la puerta, pero en vez de atravesarla, se apoyó contra ella y sonrió<br />

sardónicamente.<br />

−Ya ve lo obediente que soy.<br />

−No te retendré mucho tiempo −dijo Kovano−. El obispo Peregrino y el padre Esteváo hablan como<br />

si pudieran tomar su decisión de forma independiente al resto de nosotros, pero por supuesto no<br />

pueden. Si yo decidiera que la misión del padre Esteváo con <strong>los</strong> cerdis no debería llevarse a<br />

término, no se realizaría. Seamos todos claros en eso. No temo arrestar al obispo de Lusitania, si el<br />

bienestar de la comunidad lo requiere. Y en cuanto a este cura misionero, sólo irá a ver a <strong>los</strong><br />

pequeninos cuando tenga mi consentimiento.<br />

−No me cabe ninguna duda de que puede interferir con el trabajo de Dios en Lusitania −intervino<br />

gélidamente el obispo Peregrino−. No le quepa ninguna duda de que yo puedo enviarlo al infierno<br />

por hacerlo.<br />

−Sé que puede. No sería el primer líder político en acabar en el infierno después de un<br />

enfrentamiento con la Iglesia. Afortunadamente, esta vez no llegaré a eso. Los he escuchado a todos<br />

y he tomado mi decisión. Esperar al nuevo antivirus es demasiado arriesgado. Y aunque supiera con<br />

absoluta certeza que el antivirus estaría listo y podría ser utilizado en seis semanas, seguiría<br />

permitiendo esta misión. Ahora mismo, nuestra mejor posibilidad de salvar algo de este lió radica<br />

en la misión del padre Esteváo. Andrew me ha dicho que <strong>los</strong> pequeninos sienten gran respeto y<br />

afecto por este hombre, incluso <strong>los</strong> no creyentes. Si puede persuadir a <strong>los</strong> pequeninos herejes para<br />

que olviden su plan de aniquilar a la humanidad en nombre de su religión, eso nos quitará una carga<br />

de encima.

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