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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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Si lo mato, no sería asesinato, ¿verdad? Sería el equivalente moral de..., ¿de qué? ¿De despertarse?<br />

He impuesto mi pesadilla al<br />

mundo y, si lo matara, el mundo despertaría para encontrar que la pesadilla ha desaparecido, nada<br />

más."<br />

Si se hubiera tratado sólo de Peter, Ender se habría convencido para asesinarlo, o al menos eso<br />

creía. Pero era la joven Val quien se lo impedía. Frágil, bella de espíritu... Si Peter podía morir,<br />

también podía hacerlo ella. Si él debía morir, entonces tal vez ella tendría que morir también: tenía<br />

tan poco derecho como él a<br />

existir, era igual de limitada, distorsionada y poco natural en su creación. Pero Ender nunca podría<br />

hacerlo. Ella debía ser protegida, no dañada. Y si uno de el<strong>los</strong> era lo bastante real como para seguir<br />

con vida, también lo era el otro. Si dañar a la joven Val sería asesinato, también lo sería dañar a<br />

Peter. Habían sido producidos en el mismo acto de creación.<br />

"Mis hijos −pensó Ender con amargura−. Mis queridos retoños, que salieron completamente<br />

formados de mi cabeza como Atenea de la mente de Zeus. Pero lo que yo tengo aquí no se parece a<br />

Atenea. Más bien son Diana y Hades. La virgen cazadora y el señor de <strong>los</strong> infiernos."<br />

−Será mejor que nos vayamos −aconsejó Peter−. Antes de que Andrew se convenza de que tiene<br />

que matarme.<br />

Ender sonrió tristemente. Eso era lo peor: Peter y la joven Val parecían haber cobrado vida<br />

sabiendo más acerca de su mente que él mismo. Esperaba que con el tiempo ese conocimiento<br />

íntimo se desvaneciera. Pero mientras tanto, la humillación aumentaba por la forma en que Peter le<br />

pinchaba revelando pensamientos que nadie más habría imaginado. Y la joven Val... Ender sabía<br />

por la forma en que a veces lo miraba que también ella lo sabía. Ya no tenía secretos.<br />

−Iré a casa contigo −le dijo Val a Quara.<br />

−No −respondió Quara−. He hecho lo que he hecho. Me quedaré aquí para ver a Cristal hasta el<br />

final de su prueba.<br />

−No queremos perder nuestra oportunidad de sufrir abiertamente −se mofó Peter.<br />

−Cállate, Peter −ordenó Ender.<br />

Peter sonrió.<br />

−Oh, vamos. Sabes que Quara está saboreando todo esto. Es su forma de convertirse en la estrella<br />

del programa: todo el mundo se muestra cuidadoso y amable con ella cuando deberían aclamar a<br />

Ela por lo que ha conseguido. Robar protagonismo es una cosa muy fea, Quara..., justo tu<br />

especialidad.<br />

Quara podría haber respondido, si las palabras de Peter no hubieran sido tan ultrajantes y si no<br />

hubieran contenido un germen de verdad que la dejó confusa. En cambio, fue la joven Val quien<br />

dirigió a Peter una mirada fría.<br />

−Cállate, Peter −dijo.<br />

Las mismas palabras que había dicho Ender, sólo que cuando las pronunciaba la joven Val,

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