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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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Siguieron su camino en silencio.<br />

La entrada al cubil de la reina colmena era un edificio que parecía igual que cualquier otro. No<br />

había ninguna guardia especial. De hecho, en toda la excursión no habían visto a un solo insector.<br />

Valentine recordó cuando era joven, en su primer mundo colonial, cuando intentaba imaginar cómo<br />

habrían sido las ciudades<br />

insectoras completamente habitadas. Ahora lo sabía: tenían exactamente el mismo aspecto que<br />

cuando estaban muertas. No había insectores correteando como hormigas por las colinas. Sabía que<br />

en algún lugar había campos y huertos atendidos bajo el sol, pero ninguno se veía desde aquí.<br />

¿Por qué le proporcionaba esto tanto alivio?<br />

Supo la respuesta a la pregunta incluso mientras la formulaba. Había pasado su infancia en la Tierra<br />

durante las Guerras Insectoras; <strong>los</strong> alienígenas insectoides habían poblado sus pesadillas, igual que<br />

habían aterrado a todos <strong>los</strong> demás niños de la Tierra. Sin embargo, sólo un puñado de seres<br />

humanos había visto a un insector en persona, y unos pocos de éstos estaban todavía vivos cuando<br />

era una niña. Ni siquiera en su primera colonia, entre las ruinas de la civilización insectora, había<br />

podido encontrar ni un solo cadáver disecado. Todas sus imágenes visuales de <strong>los</strong> insectores eran<br />

horribles escenas de <strong>los</strong> vids.<br />

Sin embargo, ¿no fue ella la primera persona en leer el libro de Ender, la Reina Colmena? ¿No fue<br />

la primera, además de Ender, que llegó a considerar a la reina colmena como una persona de<br />

extraña belleza y gracia?<br />

Fue la primera, sí, pero eso significaba poco. Todo el mundo había crecido en un universo moral<br />

formado en parte por la Reina Colmena y el Hegemón. Mientras que Ender y ella eran las únicas<br />

personas vivas que habían crecido durante la firme campaña de repulsa hacia <strong>los</strong> insectores. Era<br />

normal que sintiera un alivio irracional al no tener que ver a <strong>los</strong> insectores. Para Miro y Plikt, la<br />

primera visión de la reina colmena y sus obreras no tendría la misma tensión emocional que para<br />

ella.<br />

"Soy Demóstenes −se recordó−. Soy la teórica que insistió en que <strong>los</strong> insectores eran raman,<br />

alienígenas que podían ser comprendidos y aceptados. Simplemente, debo esforzarme al máximo<br />

para superar <strong>los</strong> prejuicios de mi infancia. A su debido tiempo, toda la humanidad se enterará del<br />

resurgir de la reina colmena. Sería una vergüenza que Demóstenes fuera la única persona que no<br />

pudo recibir a la reina colmena como raman."<br />

Ender hizo que el coche trazara un círculo sobre un edificio más pequeño.<br />

−Éste es el lugar adecuado −indicó.<br />

Detuvo el coche y lo hizo posarse lentamente sobre el capim, cerca de la única puerta del edificio.<br />

La puerta era muy baja: un adulto tendría que entrar arrastrándose.<br />

−¿Cómo lo sabes? −preguntó Miro.<br />

−Porque ella lo dice −respondió Ender.<br />

−¿Jane? −preguntó Miro.

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