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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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Ender volvió al terminal. Miro permaneció a su lado, contemplando la pantalla mientras simulaba la<br />

red ansible. Ender no tenía ni idea de lo que Jane le estaba diciendo a Miro, aunque estaba seguro<br />

de que le decía algo, ya que hacía tiempo que había descubierto que ella era capaz de mantener<br />

muchas conversaciones a la vez. No podía evitarlo: le molestaba un poco que Jane mantuviera una<br />

relación tan íntima con Miro como con él.<br />

"¿No es posible que una persona quiera a otra sin intentar poseerla? −se preguntó−. ¿O está<br />

enterrado tan profundamente en nuestros genes que nunca podremos superarlo? Territorialismo. Mi<br />

esposa. Mi amiga. Mi amante. Mi molesta y deslumbrante personalidad computadorizada que está a<br />

punto de ser desconectada por culpa de una muchacha medio loca con desórdenes<br />

obsesivo−compulsivos en un planeta del que nunca había oído hablar. ¿Cómo podré vivir sin Jane<br />

cuando ya no esté?"<br />

Ender amplió la pantalla, hasta que sólo aparecieron unos pocos parsecs en cada dimensión. Ahora<br />

la simulación mostraba una pequeña porción de la red, y el entramado era sólo media docena de<br />

rayos filóticos en el espacio profundo. Ahora, en vez de parecer un tejido intrincado y entretejido,<br />

<strong>los</strong> rayos filóticos parecían líneas aleatorias que pasaban a millones de kilómetros unas de otras.<br />

−Nunca se tocan −comentó Miro.<br />

No, nunca lo hacen. Era algo que Ender no había advertido nunca. En su mente, la galaxia era<br />

plana, como la mostraban siempre <strong>los</strong> mapas estelares, una visión boca abajo de la sección del<br />

brazo en espiral de la galaxia donde <strong>los</strong> humanos se habían extendido desde la Tierra. Pero no era<br />

plana. No había dos estrellas que estuvieran en el mismo plano que otras dos. Los rayos filóticos<br />

conectaban las naves y <strong>los</strong> planetas y <strong>los</strong> satélites en líneas perfectamente rectas, de ansible a<br />

ansible: parecían intersectarse cuando se veían en un mapa plano, pero en esta ampliación<br />

tridimensional, estaba claro que nunca se tocaban.<br />

−¿Cómo puede vivir en eso? −preguntó Ender−. ¿Cómo puede existir en eso cuando no hay ninguna<br />

conexión entre esas líneas excepto en <strong>los</strong> puntos finales?<br />

−Tal vez no lo hace. Tal vez vive en la suma de <strong>los</strong> programas de ordenador de cada terminal.<br />

−En ese caso, podría almacenarse en todos <strong>los</strong> ordenadores y entonces...<br />

−Y entonces nada. Nunca podría volver a reunirse porque sólo van a usar ordenadores limpios para<br />

dirigir <strong>los</strong> ansibles.<br />

−No podrán mantenerlo eternamente −manifestó Ender−. Es demasiado importante que <strong>los</strong><br />

ordenadores de planetas diferentes puedan hablar entre sí. El Congreso descubrirá muy pronto que<br />

no hay suficientes seres humanos para dirigir a mano, en un año, la cantidad de información que <strong>los</strong><br />

ordenadores tienen que enviarse mutuamente por ansible cada hora.<br />

−¿Entonces Jane se esconde? ¿Espera? ¿Se escabulle y se restaura hasta que vea una oportunidad<br />

dentro de cinco o diez años?<br />

−Si en efecto es eso: un conjunto de programas.<br />

−Tiene que ser más que eso.

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