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ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

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"Oh, Padre, haz una obra poderosa en este mundo. Nunca necesitaron tus hijos más milagros que<br />

nosotros."<br />

Novinha no hablaba con Ender, y éste tenía miedo. No era petulancia; nunca había visto a Novinha<br />

comportarse de esa forma. Ender pensaba que el silencio no era para castigarlo, sino más bien para<br />

no hacerlo: guardaba silencio porque, si hablaba, sus palabras serían demasiado crueles para poder<br />

ser olvidadas.<br />

Así, al principio no intentó arrancarle ninguna palabra. La dejó moverse como una sombra por la<br />

casa, pasando junto a él sin mirarlo. Ender intentó quitarse de en medio y no se acostaba hasta que<br />

ella estaba dormida.<br />

Era Quim, obviamente. Su misión con <strong>los</strong> herejes: resultaba fácil comprender lo que temía, y<br />

aunque Ender no compartía <strong>los</strong> mismos temores, sabía que el viaje de Quim no carecía de riesgos.<br />

Novinha estaba comportándose de forma irracional. ¿Cómo habría podido él detener a Quim? Era el<br />

único de <strong>los</strong> hijos de Novinha sobre el que casi no ejercía ninguna influencia; habían llegado a un<br />

entendimiento hacía años, pero fue una declaración de paz entre semejantes, no como la relación<br />

paternal que Ender había establecido con todos <strong>los</strong> demás hijos. Si Novinha no había sido capaz de<br />

persuadir a Quim para que renunciara a su misión, ¿qué más podría haber conseguido Ender?<br />

Novinha probablemente lo sabía, intelectualmente. Pero como todos <strong>los</strong> seres humanos, no actuaba<br />

siempre según su comprensión. Había perdido demasiadas personas a las que amaba; cuando sentía<br />

que podía perder a otro más, su reacción era visceral, no intelectual. Ender había llegado a su vida<br />

como curador, como protector. Su trabajo era impedir que tuviera miedo, y ahora lo tenía, y estaba<br />

enfadada con él por haberle fallado.<br />

Sin embargo, después de dos días de silencio, Ender consideró que ya tenía bastante. Éste no era un<br />

buen momento para que se alzara una barrera entre el<strong>los</strong>. Él sabía, y también lo sabía Novinha, que<br />

la llegada de Valentine sería difícil para ambos. Él tenía tantos viejos hábitos de comunicación con<br />

Valentine, tantas conexiones con ella, tantos caminos en su alma, que le resultaba difícil no volver a<br />

ser la persona que había sido durante <strong>los</strong> años (<strong>los</strong> milenios) que habían pasado juntos. Habían<br />

experimentado tres mil años de historia como si <strong>los</strong> hubieran visto con <strong>los</strong> mismos ojos. Con<br />

Novinha sólo había estado treinta años. En tiempo subjetivo, era más de lo que había pasado con<br />

Valentine, pero resultaba muy fácil volver a su antiguo papel de hermano de Valentine, como<br />

Portavoz de su Demóstenes.<br />

Ender esperaba que Novinha sintiera ce<strong>los</strong> con la llegada de Valentine, y estaba preparado para eso.<br />

Había advertido a Valentine que al principio tendrían pocas oportunidades de estar juntos. También<br />

ella lo había comprendido: Jakt tenía sus preocupaciones, y ambos cónyuges necesitaban<br />

tranquilidad. Era casi una tontería que Jakt y Novinha sintieran ce<strong>los</strong> de <strong>los</strong> lazos entre hermano y<br />

hermana. Nunca había existido el más leve atisbo de sexualidad en la relación entre Ender y<br />

Valentine (cualquiera que <strong>los</strong> conociera se habría reído ante la idea), pero no era la infidelidad<br />

sexual lo que preocupaba a Novinha y Jakt. Ni el lazo emocional que ambos compartían: Novinha<br />

no tenía ningún motivo para dudar del amor y devoción que Ender sentía hacia ella, y Jakt no podría<br />

haber pedido más de lo que Valentine le ofrecía, tanto en pasión como en confianza.<br />

Era más profundo que eso. Era el hecho de que, incluso ahora, después de tantos años, en cuanto<br />

estaban juntos funcionaban de nuevo como una sola persona, ayudándose mutuamente sin tener que<br />

explicar lo que intentaban conseguir. Jakt lo veía e incluso a Ender, que no lo conocía de antes, le

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