27.03.2013 Views

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Con todo, el antiguo orden pasó rápidamente. Las escuelas se abrieron por igual a todos <strong>los</strong> niños.<br />

Los maestros informaron pronto de que <strong>los</strong> estudiantes conseguían logros sorprendentes: <strong>los</strong> niños<br />

más tontos superaban ahora todas las medias de <strong>los</strong> viejos tiempos. A pesar de las furiosas negativas<br />

del Congreso en lo referente a alteraciones genéticas, <strong>los</strong> científicos de Sendero por fin dirigieron su<br />

atención a <strong>los</strong> genes de su propio pueblo. Al estudiar <strong>los</strong> registros de lo que habían sido sus<br />

moléculas genéticas, y cómo eran ahora, <strong>los</strong> hombres y mujeres de Sendero confirmaron todo lo que<br />

decía el documento.<br />

Lo que sucedió entonces, cuando <strong>los</strong> Cien Mundos y todas las colonias se enteraron de <strong>los</strong> crímenes<br />

del Congreso contra Sendero, Qing−jao nunca lo supo.<br />

Todo eso era un asunto de un mundo que había dejado atrás, pues ahora se pasaba todos <strong>los</strong> días al<br />

servicio de <strong>los</strong> dioses, limpiándose, purificándose.<br />

Se difundió la historia de que la hija loca de Han Fei−tzu, sola entre todos <strong>los</strong> agraciados, persistía<br />

en sus rituales. Al principio la ridiculizaron por ello, pues muchos de <strong>los</strong> agraciados, por simple<br />

curiosidad, habían intentado ejecutar de nuevo sus purificaciones, y habían descubierto que ahora<br />

<strong>los</strong> rituales eran vacíos y carentes de significado. Pero Qing−jao no oyó las burlas ni se preocupó<br />

por ellas. Su mente estaba completamente dedicada al servicio de <strong>los</strong> dioses, ¿qué importaba si la<br />

gente que había fallado la prueba la despreciaba por seguir aspirando al éxito?<br />

A medida que fueron pasando <strong>los</strong> años, muchos empezaron a recordar <strong>los</strong> viejos tiempos como una<br />

época hermosa, donde <strong>los</strong> dioses hablaban a hombres y mujeres y muchos se inclinaban a su<br />

servicio. Algunos empezaron a considerar que Qing−jao no era una loca, sino la única mujer fiel<br />

que quedaba entre aquel<strong>los</strong> que habían oído la voz de <strong>los</strong> dioses. Empezó a difundirse el rumor<br />

entre <strong>los</strong> piadosos: "En la casa de Han Fei−tzu habita el último agraciado".<br />

Entonces empezaron a acudir, al principio unos pocos, luego más y más. Visitantes que querían<br />

hablar con la única mujer que todavía trabajaba en su purificación. Al principio ella hablaba con<br />

algunos: cuando terminaba de seguir las líneas de una tabla, salía al jardín y les hablaba. Pero sus<br />

palabras la confundían. Hablaban de su labor como de la purificación de todo el planeta. Decían que<br />

llamaba a <strong>los</strong> dioses por el bien del pueblo de Sendero. Cuanto más hablaban, más difícil le<br />

resultaba concentrarse en lo que decían. Pronto deseaba regresar a la casa, a seguir otra línea. ¿No<br />

comprendía esta gente que se equivocaba al alabarla ahora?<br />

−No he conseguido nada −les decía−. Los dioses continúan callados. Tengo trabajo que hacer.<br />

Entonces volvía a seguir vetas.<br />

Su padre murió siendo muy anciano, con mucho honor por sus múltiples acciones, aunque nadie<br />

supo de su participación en la llegada de la Plaga de <strong>los</strong> Dioses, como se llamaba ahora. Sólo<br />

Qing−jao comprendía. Y mientras quemaba una fortuna en dinero real (ningún dinero falso de<br />

funerales serviría para su padre), le susurró lo que nadie más pudo oír.<br />

−Ahora lo sabes, padre. Ahora comprendes tus errores y cómo enfureciste a <strong>los</strong> dioses. Pero no<br />

temas. Yo continuaré las purificaciones hasta que todos tus errores queden expiados. Entonces <strong>los</strong><br />

dioses te recibirán con honor.<br />

Ella misma envejeció y el Viaje a la Casa de Han Qing−jao era ahora la más famosa peregrinación<br />

de Sendero. De hecho, fueron muchos <strong>los</strong> que oyeron hablar de ella en otros mundos, y viajaron a

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!