27.03.2013 Views

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

ENDER EL XENOCIDA Orson Scott Card - los dependientes

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Sin embargo, hoy no quería conversar. Que Plantador dijera a <strong>los</strong> padres−árbol que otro<br />

experimento había fracasado. Ender hablaría más tarde con Raíz y Humano. Hablaría con la reina<br />

colmena. Hablaría con Jane. Hablaría con todo el mundo. Después de toda la charla, no estaría más<br />

cerca de la resolución de ninguno de <strong>los</strong> problemas que amenazaban el futuro de Lusitania. Porque<br />

la solución de sus problemas no dependía de la conversación. Dependía del conocimiento y la<br />

acción: conocimiento que sólo otras personas podían adquirir, acciones que sólo otras personas<br />

podían ejecutar. Ender se encontraba impotente para resolver <strong>los</strong> problemas.<br />

Todo lo que podía hacer, todo lo que había hecho desde su batalla final como niño guerrero, era<br />

escuchar y hablar. En otros momentos, en otros lugares, eso había bastado. Ahora no. Muchas<br />

clases diferentes de destrucción gravitaban sobre Lusitania, algunas de ellas puestas en movimiento<br />

por el propio Ender, y ninguna de ellas podía ser resuelta por ninguna actuación, palabra ni<br />

pensamiento de Andrew Wiggin. Como todos <strong>los</strong> otros ciudadanos de Lusitania, su futuro estaba en<br />

manos de otra gente. La diferencia entre el<strong>los</strong> y él era que Ender conocía todo el peligro, todas las<br />

posibles consecuencias de cada fallo o error. ¿Quién estaba más maldito: el que moría sin saberlo<br />

hasta el mismo momento de su muerte, o el que contemplaba su destrucción mientras se acercaba,<br />

paso a paso, durante días, semanas y años?<br />

Ender dejó a <strong>los</strong> padres−árbol y recorrió el resto del bien cuidado sendero hacia la colonia humana.<br />

Atravesó la verja, la puerta del laboratorio xenobiológico. El pequenino que era el mejor ayudante<br />

de Ela (se llamaba Sordo, aunque decididamente no era duro de oído) lo condujo de inmediato a la<br />

oficina de Novinha, donde Ela, Novinha, Quara y Grego estaban ya esperando. Ender alzó la bolsa<br />

que contenía el fragmento de la planta de patata.<br />

Ender sacudió la cabeza. Novinha suspiró. Sin embargo, no parecían ni la mitad de decepcionadas<br />

de lo que Ender esperaba. Claramente tenían algo más en la cabeza.<br />

−Supongo que era de esperar−dijo Novinha.<br />

−Sin embargo, teníamos que intentarlo −comentó Ela.<br />

−¿Por qué teníamos que intentarlo? −demandó Grego. El hijo menor de Novinha (y por tanto<br />

también hijo adoptivo de Ender) tenía treinta y tantos años ahora, y era un científico brillante por<br />

derecho propio; pero parecía disfrutar de su papel de abogado del diablo en todas las discusiones<br />

familiares, trataran de xenobiología o del color con el que había que pintar las paredes−. Al<br />

introducir estos nuevos cultivos sólo conseguimos enseñar a la descolada a burlar todas las<br />

estrategias de que disponemos para matarla. Si no la aniquilamos ahora, nos aniquilará a nosotros.<br />

En cuanto la descolada desaparezca, podremos cultivar patatas normales y corrientes sin todas estas<br />

tonterías.<br />

−¡No podemos! −gritó Quara. Su vehemencia sorprendió a Ender. Quara no solía hablar ni siquiera<br />

en las mejores ocasiones: el que ahora lo hiciera con tanta convicción no era frecuente en ella−. Te<br />

digo que la descolada está viva.<br />

−Y yo te digo que un virus es un virus −sentenció Grego.<br />

A Ender le molestaba que Grego abogara por el exterminio de la descolada: no era propio de él<br />

pedir algo que destruiría a <strong>los</strong> pequeninos. Grego había crecido prácticamente entre <strong>los</strong> varones<br />

pequeninos, <strong>los</strong> conocía y hablaba su lenguaje mejor que nadie.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!