09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Recordando ahora aqu<strong>el</strong>los fines de semana, parece como si hubieran sido<br />

las cuentas de un collar: dos, grandes y r<strong>el</strong>ucientes, al principio; una serie de otras<br />

más pequeñas, sin importancia, a continuación; y finalmente otra, brillante. Claro<br />

que esta impresión es resultado de una memoria perezosa, porque en cuanto me<br />

pongo a reflexionar sobre <strong>el</strong> último fin de semana, me doy cuenta de que debió de<br />

suceder toda una serie de incidentes en los fines de semana intermedios, que<br />

condujeron a la situación final. Pero no me acuerdo; está todo olvidado. Y me<br />

exaspero tratando de rememorarlo: es como forcejear con otro yo testarudo que se<br />

empeña en defender su secreto, de una índole que le es propia. No obstante, está<br />

ahí, en mi cerebro, aunque no pueda alcanzarlo. Me asusta darme cuenta de lo<br />

mucho que me pasó inadvertido por vivir inmerso en una neblina de luz muy<br />

subjetiva. ¿Cómo puedo saber si lo que yo «recuerdo» tiene la importancia que a<br />

mí me parece Lo que yo recuerdo fue s<strong>el</strong>eccionado por la Anna de hace veinte<br />

años, y no sé lo que escogería la Anna actual, pues la experiencia con Madre Azúcar<br />

y los experimentos con los <strong>cuaderno</strong>s han aguzado mi objetividad hasta <strong>el</strong> punto<br />

de... (este tipo de observación pertenece al <strong>cuaderno</strong> azul, no a éste.) De todas<br />

maneras, aunque parezca que en <strong>el</strong> último fin de semana estallaran toda clase de<br />

dramas sin ninguna señal de aviso, <strong>el</strong> sentido común dice que esto no es posible.<br />

Por ejemplo, la amistad de Paul con Jackson debía de haber alcanzado un<br />

alto grado de desarrollo para que pudiera indignar de aqu<strong>el</strong> modo a la señora<br />

Boothby. Me acuerdo d<strong>el</strong> momento en que, definitivamente, ordenó a Paul que<br />

saliera de la cocina: debió de ocurrir durante <strong>el</strong> penúltimo fin de semana. Paul y yo<br />

estábamos en la cocina, hablando con Jackson. La señora Boothby entró diciendo:<br />

—Ya sabéis que va contra las normas d<strong>el</strong> hot<strong>el</strong> que los huéspedes entren en<br />

la cocina.<br />

Recuerdo muy claramente <strong>el</strong> sentimiento de asombro escandalizado que<br />

esto nos produjo, similar al de una injusticia, como la que sienten los niños cuando,<br />

a su entender, los mayores se comportan de un modo arbitrario. Aqu<strong>el</strong>lo significaba<br />

que habíamos entrado y salido de la cocina durante todo aqu<strong>el</strong> tiempo sin que <strong>el</strong>la<br />

protestara. Paul se lo hizo pagar tomándos<strong>el</strong>o al pie de la letra. Se ponía a esperar<br />

junto a la puerta trasera de la cocina hasta la hora en que Jackson debía salir, una<br />

vez terminado su trabajo de después d<strong>el</strong> almuerzo, y entonces, a la vista de todo <strong>el</strong><br />

mundo, caminaba con él, cruzaba la valla de alambre que circundaba la cabana de<br />

Jackson, y le hablaba con la mano puesta constantemente sobre su brazo y<br />

hombro. Aqu<strong>el</strong> contacto de carne negra y blanca era d<strong>el</strong>iberado, a propósito para<br />

indignar a cualquier blanco que lo viera. En resumen, no volvimos a poner los pies<br />

en la cocina... Y como nos daba por comportarnos como chiquillos, nos poníamos a<br />

reír tontamente y a cuchichear de la señora Boothby, como si fuera la directora de<br />

la escu<strong>el</strong>a. Me parece fantástico que pudiéramos ser tan niños y que no nos<br />

importara <strong>el</strong> hecho de que, seguramente, la estábamos ofendiendo. Había entrado<br />

en la categoría de los «aborígenes» por no tolerar la amistad entre Jackson y Paul.<br />

Sin embargo, sabíamos muy bien que en toda la Colonia no había un solo blanco<br />

que no viera aqu<strong>el</strong>lo con malos ojos, y en nuestra actitud como políticos éramos<br />

capaces de una infinita paciencia y comprensión para explicar a cualquier blanco la<br />

razón por la que <strong>el</strong> racismo era inhumano.<br />

Me acuerdo de otra cosa: Ted y Stanley Lett discutiendo acerca de la señora<br />

Lattimer. Ted le decía que <strong>el</strong> señor Lattimer empezaba a mostrarse c<strong>el</strong>oso y con<br />

razón. Stanley, de buen humor, se lo tomaba a broma: <strong>el</strong> señor Lattimer trataba<br />

con desprecio a su esposa, decía, y por lo tanto se merecía aqu<strong>el</strong>lo. Pero, en<br />

realidad, la broma estaba dirigida a Ted, pues era él quien sentía c<strong>el</strong>os, y de<br />

Stanley. A éste no le importaba que Ted se mostrara herido; ¿por qué había de<br />

importarle Cuando alguien presiente que van detrás de él en un sentido para<br />

121

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!