09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

puede entrar cualquier cosa; una luz gris y siniestra que espera la llegada d<strong>el</strong> sol,<br />

de un demonio o de un áng<strong>el</strong> que haga desaparecer la lluvia. Luego vu<strong>el</strong>vo a ser<br />

Anna y veo a Janet, una niña pequeña en una cama grande. Pasa un tren y las<br />

paredes tiemblan ligeramente. Voy a darle un beso, y percibo <strong>el</strong> agradable olor de<br />

la carne, d<strong>el</strong> p<strong>el</strong>o y de la t<strong>el</strong>a d<strong>el</strong> pijama, calientes de dormir. Mientras se caldea <strong>el</strong><br />

cuarto, voy a la cocina y le hago <strong>el</strong> desayuno: cereales, huevos fritos y té, en una<br />

bandeja. Llevo ésta a su cuarto, y <strong>el</strong>la toma <strong>el</strong> desayuno en la cama, mientras yo<br />

bebo té y fumo. La casa todavía está dormida: Molly dormirá dos o tres horas más,<br />

Tommy llegó tarde con una chica y ambos seguirán durmiendo. A través de la<br />

pared oigo llorar a un bebé. Me produce una sensación de continuidad, de paz: <strong>el</strong><br />

bebé llora como Janet lo hacía cuando era más pequeña. Es <strong>el</strong> llanto satisfecho y<br />

semiinconsciente de los recién nacidos cuando les acaban de alimentar y están a<br />

punto de volverse a dormir. Janet pregunta:<br />

—¿Por qué no tenemos otro bebé<br />

Lo dice a menudo. Y yo contesto:<br />

—Porque no tengo marido, y para tener un bebé se necesita un marido.<br />

Me lo pregunta, en parte porque le gustaría tener un bebé, y en parte para<br />

que la tranquilice en cuanto al pap<strong>el</strong> de Micha<strong>el</strong>. Entonces me pregunta:<br />

—¿Está Micha<strong>el</strong><br />

—Sí, duerme —digo con firmeza.<br />

Mi firmeza la tranquiliza; y continúa desayunando. Ahora <strong>el</strong> cuarto ya está<br />

caldeado y sale de la cama vistiendo su pijama blanco. Parece frágil y vulnerable.<br />

Me rodea <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo con los brazos y se balancea, de ad<strong>el</strong>ante atrás, cantando:<br />

«Meciéndote, nena...». Yo la columpio y canto, arrullándola: te has convertido en <strong>el</strong><br />

bebé de la casa vecina, en <strong>el</strong> bebé que no voy a tener. Luego me deja ir,<br />

bruscamente, de manera que yo siento cómo me pongo derecha, lo mismo que un<br />

árbol que ha estado combado bajo un gran peso. Se viste, canturreando todavía<br />

medio dormida, en paz. Pienso que va a conservar esa paz todavía unos años,<br />

hasta que empiece a sentir la necesidad de reflexionar. Dentro de media hora tengo<br />

que acordarme de poner a hervir las patatas, y luego de hacer la lista para la tienda<br />

de comestibles. Luego, debo cambiar <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo d<strong>el</strong> vestido y luego... Deseo<br />

intensamente protegerla contra las obligaciones, aplazárs<strong>el</strong>as. En seguida me digo<br />

que no tengo por qué protegerla contra nada, que mi deseo es, en realidad,<br />

proteger a Anna contra Anna. Se viste con calma, hablando un poco, tarareando.<br />

Sus gestos son, un poco, como los de un abejorro revoloteando al sol. Se pone una<br />

falda corta, encarnada y plisada, un jersey azul oscuro y calcetines largos d<strong>el</strong><br />

mismo color. Una niña muy bonita. Janet. Anna. El bebé de la casa vecina está ya<br />

dormido: es <strong>el</strong> silencio satisfecho de un bebé. Todos duermen, salvo Janet y yo. Es<br />

una sensación de intimidad y exclusivismo, una sensación que se inició cuando su<br />

nacimiento, cuando <strong>el</strong>la y yo estábamos a veces despiertas y juntas, mientras la<br />

ciudad dormía a nuestro alrededor. Es una alegría cálida, perezosa e íntima. La veo<br />

tan frágil que quiero extender la mano para salvarla de un paso mal dado o de un<br />

movimiento de descuido, y a la vez tan fuerte que me parece inmortal. Siento lo<br />

que sentí mientras estaba en la cama con Micha<strong>el</strong>: una necesidad de reírme por <strong>el</strong><br />

triunfo de que aqu<strong>el</strong> ser humano tan maravilloso, precario e inmortal exista a pesar<br />

de la presencia de la muerte.<br />

Ya son casi las ocho y empiezo a sentir <strong>el</strong> apremio de otra obligación. Hoy es<br />

<strong>el</strong> día que Micha<strong>el</strong> va al hospital d<strong>el</strong> sur de Londres, y tiene que levantarse a las<br />

293

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!