09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Fue después de que me hubiera llamado preguntándome: « ¿Te he hecho<br />

daño», cuando soñé y reconocí en sí misma la ensoñación sobre <strong>el</strong> gozo-en-<strong>el</strong><br />

acto-de-la-destrucción. Aqu<strong>el</strong> sueño, en realidad, fue una conversación sostenida<br />

por t<strong>el</strong>éfono entre N<strong>el</strong>son y yo. No obstante, él estaba en <strong>el</strong> mismo cuarto que yo, y<br />

su apariencia exterior era la d<strong>el</strong> hombre responsable, animado por sentimientos<br />

afectuosos. No obstante, al hablar, su sonrisa cambió y yo reconocí un gesto de<br />

repentino e inmotivado despecho. Sentí cómo <strong>el</strong> cuchillo se retorcía en mi carne,<br />

entre las costillas, y cómo los bordes cortantes rechinaban agudamente contra <strong>el</strong><br />

hueso. Yo no podía hablar porque <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro, la destrucción, provenía de una<br />

persona a la que yo me sentía allegada, de alguien que me agradaba. Después<br />

empecé a hablar por t<strong>el</strong>éfono y comencé a sentir en mi propio rostro aqu<strong>el</strong>la<br />

sonrisa, la sonrisa de despecho gozoso que tan bien conocía. Llegué, incluso, a dar<br />

unos pasos de baile, sacudiendo la cabeza, casi como la danza de la muñeca rígida<br />

d<strong>el</strong> vaso que hubiera cobrado vida. Recuerdo que en medio d<strong>el</strong> sueño pensé: «Así<br />

que ahora soy <strong>el</strong> vaso d<strong>el</strong> mal; luego seré <strong>el</strong> viejo enano; y más tarde la vieja<br />

encorvada... Y después, ¿qué». Después oí la voz de N<strong>el</strong>son, que me llegaba al<br />

oído por t<strong>el</strong>éfono y decía:<br />

—Luego la bruja, luego la bruja joven.<br />

Me desperté oyendo aqu<strong>el</strong>las palabras que sonaban con una terrible alegría<br />

hecha de regocijado rencor: « ¡La bruja, y luego la bruja joven!».<br />

He estado muy deprimida. He dependido muchísimo de mi personalidad<br />

como madre de Janet, de lo que no ceso de maravillarme. ¡Qué extraño resulta que<br />

cuando por dentro estoy inerme, nerviosa y muerta, pueda mantenerme aún, para<br />

Janet, tranquila, responsable y con vida!<br />

No he vu<strong>el</strong>to a tener <strong>el</strong> sueño. Pero, hace dos días, conocí a un hombre en<br />

casa de Molly. Un hombre de Ceilán. Me hizo proposiciones y yo las rechacé. Tuve<br />

miedo de ser a mi vez rechazada y experimentar otro fracaso. Ahora me<br />

avergüenzo. Soy una cobarde Es miedo lo que tengo, porque mi primer impulso,<br />

cuando un hombre pulsa la cuerda sexual, es correr hacia donde sea, lejos d<strong>el</strong><br />

camino que conduce al p<strong>el</strong>igro.<br />

[Una línea gruesa y negra a través de la página.]<br />

De Silva, de Ceilán. Era amigo de Molly. Le conocí hace años en su casa.<br />

Vino a Londres y se ganaba la vida como periodista, pero bastante mal. Se casó con<br />

una inglesa. En las reuniones impresionaba por su actitud sarcástica y desprendida.<br />

Hacía observaciones ingeniosas sobre los demás, unas observaciones algo cru<strong>el</strong>es<br />

pero extrañamente objetivas. Cuando le recuerdo, le veo de pie, ligeramente<br />

apartado de un grupo de personas, observándolas con una sonrisa. El matrimonio<br />

vivía realquilado, como tantos marginados d<strong>el</strong> mundo literario. Tenía un niño<br />

pequeño. Al no poder ganarse la vida aquí, decidió regresar a Ceilán. La esposa no<br />

quería: él era <strong>el</strong> hijo menor de una familia de clase alta, muy esnob, que no veía<br />

con buenos ojos que se hubiera casado con una blanca. Consiguió persuadir a su<br />

mujer de que se fuera con él. Su familia no estaba dispuesta a tolerar a su esposa,<br />

por lo que buscó una habitación para ambos. Pasaba gran parte d<strong>el</strong> tiempo con <strong>el</strong>la<br />

y <strong>el</strong> niño, y <strong>el</strong> resto con su familia. Ella quería volver a Inglaterra, pero él<br />

aseguraba que todo se arreglaría y la convenció para que tuviera otro hijo, que <strong>el</strong>la<br />

no deseaba. En cuanto nació <strong>el</strong> segundo hijo, él desapareció. Un buen día me llamó<br />

424

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!