09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

mi adolescencia, de la que habló muy bien <strong>el</strong> lector de una de nuestras mejores<br />

casas editoriales (me temo que capitalista, y hay que suponer, naturalmente, que<br />

rec<strong>el</strong>oso de mis creencias políticas, ¡porque no las escondí!). Pero, con dos hijos a<br />

mi cuidado, tuve que abandonar la esperanza de poderme expresar a través de la<br />

palabra. No me faltó suerte, sin embargo, y encontré una colocación de ama de<br />

llaves en casa de un viudo con tres hijos. Así pasaron cinco años, alegremente,<br />

hasta que él se volvió a casar (no con muy buen criterio, pero ésta es otra historia),<br />

y ya no me necesitaron más en la casa. Entonces tuve que marcharme con mis<br />

hijos. Luego encontré una colocación como recepcionista de un odontólogo, y con<br />

diez libras semanales hube de aumentar a mis hijos ya mí misma, y conservar una<br />

apariencia de respetabilidad. Ahora, mis dos hijos trabajan, y yo me encuentro con<br />

tiempo disponible para mis gustos. Tengo cuarenta y cinco años, pero me reb<strong>el</strong>o<br />

contra la idea de que mi vida ya ha pasado. Los amigos, los camaradas, todo <strong>el</strong><br />

mundo me dice que mi deber es dedicar <strong>el</strong> tiempo libre al Partido, al que me he<br />

mantenido fi<strong>el</strong> a pesar de la falta de tiempo para hacer algo útil y práctico. Sin<br />

embargo — ¿me atreveré a confesarlo—, mis ideas sobre <strong>el</strong> Partido son confusas y<br />

a menudo negativas. No me es posible reconciliar mi temprana fe en <strong>el</strong> futuro<br />

glorioso de la humanidad con lo que leemos (claro que en la prensa capitalista,<br />

aunque ¿acaso no es cierto que no hay humo sin fuego), y creo que soy más fi<strong>el</strong> a<br />

mí misma escribiendo. En fin, que con todo esto ha pasado <strong>el</strong> tiempo, mientras yo<br />

estaba ocupada con las faenas de la casa y ganándome la vida, de modo que ahora<br />

me encuentro desentrenada para las mayores sutilezas de la vida. Por favor,<br />

recomiéndeme qué debo leer, cómo debería ensanchar mis horizontes y cómo<br />

puedo recuperar <strong>el</strong> tiempo perdido. Saludos fraternales. — P.D.: Mis dos hijos<br />

fueron al instituto, y me temo que los dos están mucho más avanzados que yo en<br />

cuanto a conocimientos. Esto me ha producido un sentimiento de inferioridad que<br />

resulta muy difícil combatir. Apreciaría más de lo que soy capaz de expresar su<br />

amable consejo y ayuda.»<br />

Hace un año que contesto estas cartas, que veo a los escritores que doy<br />

consejos prácticos. Por ejemplo: a los camaradas que se ven obligados a luchar con<br />

los funcionarios de su Partido local para tener tiempo libre y poder escribir, les he<br />

pedido que viajaran a Londres. Jack y yo les hemos llevado a almorzar o a tomar <strong>el</strong><br />

té, diciéndoles (Jack es esencial para <strong>el</strong>lo, porque ocupa un alto puesto en <strong>el</strong><br />

Partido) que resistan a aqu<strong>el</strong>los funcionarios, que insistan en su derecho a disponer<br />

de tiempo libre para sus cosas. La semana pasada acompañé a una mujer a nuestra<br />

asesoría legal para que le aconsejaran acerca de cómo divorciarse.<br />

Mientras yo me ocupo de esas cartas o de sus autores, Rose Latimer trabaja<br />

frente a mí, rígida de hostilidad. Es una militante típica de los tiempos que corren:<br />

a <strong>el</strong>la, que procede de la baja clase media, la palabra «obrero» le empaña<br />

literalmente los ojos de lágrimas. Cuando enuncia conceptos como El Obrero<br />

Británico o La Clase Obrera, la voz se le ablanda en un tono reverencial. Cuando<br />

visita las provincias para organizar mítines o pronunciar discursos, regresa<br />

exaltada:<br />

—Una gente maravillosa, una gente estupenda y maravillosa. Ésas sí que<br />

son personas reales.<br />

Hace una semana que recibí una carta de la esposa de un sindicalista con<br />

quien Rose pasó un fin de semana <strong>el</strong> año anterior. Regresó y se puso a recitar la<br />

acostumbrada salmodia acerca de cuan maravillosa y real es esa gente. La mujer<br />

se quejaba de que ya no podía más: <strong>el</strong> marido se pasaba todo <strong>el</strong> tiempo con sus<br />

compañeros d<strong>el</strong> sindicato o en la taberna, y nunca conseguía que le ayudara con los<br />

cuatro hijos. La postdata de rigor, tan rev<strong>el</strong>adora, añadía que no habían tenido<br />

309

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!