09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

En la tarjeta escribo laborista, tacho <strong>el</strong> «dudoso» y paso a otra casa. La<br />

próxima: un chipriota. Esta casa es todavía más pobre. Me reciben un joven que<br />

parece agobiado, una chica morena y guapa, y un bebé recién nacido. No hay<br />

apenas muebles. Recién llegados a Inglaterra. Resulta que sobre lo que dudan es si<br />

tienen derecho a votar o no. Les explico que sí. Los dos muy afables, pero con<br />

ganas de que me vaya. El bebé está llorando, <strong>el</strong> ambiente es de apremio y<br />

preocupación. El hombre dice que no tiene nada en contra de los comunistas, pero<br />

que no le gustan los rusos. Mi impresión es que no se van a tomar la molestia de<br />

votar, pero en la tarjeta dejo <strong>el</strong> «dudoso» y paso a la próxima. Una casa bien<br />

cuidada. Fuera, un grupo de teddy-boys que silban y me piropean. Molesto a la<br />

mujer de la casa: está embarazada y se había echado en la cama para descansar.<br />

Antes de hacerme pasar se queja a su hijo porque le había dicho que le haría las<br />

compras. El muchacho contesta que ya lo hará: es un chico de unos dieciséis años,<br />

bien parecido, fuerte y bien vestido. Todos los jóvenes d<strong>el</strong> barrio van bien vestidos,<br />

incluso cuando sus padres no van.<br />

—¿Qué desea —pregunta.<br />

—Soy d<strong>el</strong> PC... —y se lo explico.<br />

—Sí, ya vinisteis por aquí...<br />

Cortés, pero indiferente. Después de una conversación en la que es difícil<br />

hacerle admitir que no está de acuerdo con algo, explica que su marido siempre<br />

vota laborista y que <strong>el</strong>la hace lo que dice <strong>el</strong> marido. Al marcharme le grita al hijo,<br />

pero éste se aleja con un grupo de amigos, sonriendo. Ella sigue gritando. No<br />

obstante, la escena tiene un matiz amistoso: <strong>el</strong>la, en realidad, no espera que le<br />

haga las compras, pero le grita por principio, mientras que él espera que le grite y<br />

no le importa. En la casa siguiente, la mujer me ofrece en seguida una taza de té,<br />

confesando con ansiedad que a <strong>el</strong>la le gustan las <strong>el</strong>ecciones porque «viene gente a<br />

charlar». En fin, que se siente sola. No para de hablar de sus problemas personales<br />

en una voz agobiada y monótona. (De todas las casas que he visitado, en ésta es<br />

en la que me ha parecido que existe un problema auténtico, una miseria real.) Ha<br />

dicho que tiene tres niños, que se aburre, que quiere volver a trabajar, que su<br />

marido no se lo permite. Habla y habla y habla, como una obsesión. He estado allí<br />

casi tres horas, sin poder marcharme. Cuando por fin le he preguntado si votaría<br />

por <strong>el</strong> PC, me ha contestado:<br />

—Sí, si usted lo quiere.<br />

Lo cual estoy segura de que se lo debe haber dicho a todos los demás. Ha<br />

añadido que su marido siempre vota por los laboristas. He cambiado <strong>el</strong> dudoso por<br />

laborista y he ido a la siguiente. Hacia las diez de la noche he regresado con todas<br />

las tarjetas convertidas en laboristas, excepto tres. Se las he entregado al<br />

camarada Bill, diciéndole:<br />

—Tenemos unos visitadores muy optimistas.<br />

Ha pasado las tarjetas con un movimiento rápido d<strong>el</strong> dedo, sin hacer ningún<br />

comentario; luego las ha vu<strong>el</strong>to a poner en las cajas y ha dicho, en voz alta para<br />

que le oyeran los otros visitadores que entraban:<br />

—Hay un apoyo auténtico a nuestra política. Conseguiremos hacer salir a<br />

nuestro candidato...<br />

145

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!