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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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—Pues bien; apareció un artículo en <strong>el</strong> periódico, y decía que no iba a volver<br />

a pintar. Afirmaba que como <strong>el</strong> mundo es tan caótico, <strong>el</strong> arte no tiene ninguna<br />

importancia. —Se produjo un silencio, hasta que Anna imploró—: ¿Eso no significa<br />

nada para ti<br />

—No. Y, sobre todo, en cuanto a ti. Al fin y al cabo, tú no eres de los que<br />

escriben nov<strong>el</strong>itas sobre las emociones. Tú escribes sobre lo que es real.<br />

Anna casi se echó a reír de nuevo, y luego dijo, seriamente:<br />

—¿Te das cuenta de cuántas de las cosas que decimos son sólo ecos Esta<br />

observación que acabas de hacer es un eco de la crítica d<strong>el</strong> Partido comunista... en<br />

sus peores momentos, además. ¡Dios sabrá lo que significan observaciones así! Yo,<br />

desde luego, lo ignoro. Nunca las comprendí. Si <strong>el</strong> marxismo tiene alguna<br />

significación, ésta es que una nov<strong>el</strong>ita que trate de las emociones debe reflejar «lo<br />

que es real», puesto que las emociones son una función y un producto de una<br />

sociedad... —Se detuvo a causa de la expresión de Molly—. No pongas esa cara,<br />

Molly. Has dicho que querías que hablara de <strong>el</strong>lo, y lo estoy haciendo. Pero hay algo<br />

más. Algo fascinante, si no fuera tan deprimente. Aquí estamos, en 1957, y han<br />

ocurrido muchísimas cosas. De súbito, en Inglaterra, se produce un fenómeno en <strong>el</strong><br />

campo de las artes que yo, desde luego, no había previsto. Todo un grupo de<br />

gente, que jamás tuvo nada que ver con <strong>el</strong> Partido, se levanta y exclama, como si<br />

se le acabara de ocurrir a él solito, que las nov<strong>el</strong>itas o las piezas de teatro sobre<br />

emociones no reflejan la realidad. La realidad, te sorprendería oírlo, es la economía<br />

o las ametralladoras que aniquilan a quien protesta contra <strong>el</strong> nuevo orden.<br />

—Todo porque no tengo facilidad para expresarme. ¡Es injusto! —exclamó<br />

Molly rápidamente.<br />

—Al fin y al cabo, sólo escribí una nov<strong>el</strong>a.<br />

—Sí, ¿y qué vas a hacer cuando ya no te dé dinero Has tenido suerte con<br />

<strong>el</strong>la, pero algún día terminará...<br />

Anna se retuvo, inmóvil, con un esfuerzo. Molly había hablado por puro<br />

despecho. «Me alegro de que vayas a estar sujeta a las mismas dificultades con<br />

que nosotros tenemos que enfrentarnos —pensó Anna—. Ojalá no me hubiera<br />

vu<strong>el</strong>to tan consciente de todo, de cada pequeño matiz. Antes, no me hubiera dado<br />

cuenta. En cambio, ahora en cada conversación, en cada encuentro con una<br />

persona parece como si cruzara un campo de minas. ¿Y por qué no puedo aceptar<br />

que a veces la amiga más íntima me clave un puñal bien hondo en la espalda»<br />

Casi estuvo por contestar, secamente: «Te alegrarás de saber que <strong>el</strong> dinero<br />

ya sólo me llega como en cuentagotas, y que pronto tendré que buscarme un<br />

empleo». Pero dijo, de buen humor, respondiendo sólo al sentido aparente de las<br />

palabras de Molly:<br />

—Sí, me parece que pronto voy a estar falta de dinero, y tendré que<br />

encontrar trabajo.<br />

—Y no has hecho nada mientras he estado fuera.<br />

—No cabe duda de que he conseguido llevar una vida bien complicada. —<br />

Molly volvió a poner cara de escepticismo, por lo que Anna decidió dejarlo. Añadió<br />

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