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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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exceptuando posiblemente al joven exuberante que tengo al lado, están<br />

aterrorizadas por la posibilidad de que se estr<strong>el</strong>le <strong>el</strong> aparato. Y, no obstante, hemos<br />

subido todos como buenos chicos. ¿Es que quizá todos sentimos lo mismo». Ella<br />

lanzó una mirada de curiosidad a las tres personas que ocupaban los asientos<br />

contiguos: estaban pálidas de miedo, se les veía sudor en la frente. El aparato<br />

cobró fuerzas de nuevo para saltar al aire. Corrió rugiendo por la pista, y luego,<br />

vibrando con gran intensidad, levantó <strong>el</strong> vu<strong>el</strong>o con un esfuerzo, como una persona<br />

cansada.<br />

Volando bajo, rebasó los tejados, cobrando altura penosamente. El<br />

americano exclamó, con una sonrisa:<br />

—¡Bueno, lo hemos conseguido!<br />

Y continuó leyendo. La azafata, que se había mantenido rígida y con una<br />

gran sonrisa, se reavivó y fue a preparar más comida. El americano volvió a hablar:<br />

—El condenado a muerte se comerá ahora un buen bocado.<br />

Ella cerró los ojos. Pensó: «Estoy casi convencida de que nos vamos a<br />

estr<strong>el</strong>lar o, al menos, de que es muy probable que eso ocurra. ¿Y qué será de<br />

Micha<strong>el</strong> No he pensado una sola vez en él... Claro que Julia le cuidaría...». Durante<br />

un momento, la idea de Micha<strong>el</strong> fue como un estímulo para vivir; luego pensó:<br />

«Que una madre se muera en un accidente de aviación es triste, pero no<br />

irreparable. No es como un suicidio. ¡Qué extraño...! La frase hecha dice: dar vida a<br />

un niño. Pero es <strong>el</strong> niño quien da vida-a su madre o su padre, cuando aquélla o<br />

éste deciden vivir simplemente porque si se suicidaran perjudicarían al niño.<br />

¿Cuántos padres deciden seguir viviendo porque se han propuesto no perjudicar a<br />

sus hijos, aunque <strong>el</strong>los no tengan ninguna gana de vivir (Ella sintió sueño.) Bueno,<br />

esta forma me libra de responsabilidades. Claro que pude haber rehusado subir al<br />

avión, pero Micha<strong>el</strong> nunca se enterará de la escena entre los mecánicos. Ya ha<br />

pasado. Siento como si hubiera nacido llevando una carga de fatigas que he tenido<br />

que arrastrar toda mi vida. La única vez que no arrastré un gran peso colina arriba,<br />

fue cuando estuve con Paul. Bueno, ¡basta de Paul y basta de amor y basta de mí!<br />

¡Qué aburridas son las emociones que nos aprisionan y de las que es imposible<br />

librarse por mucho que lo queramos...! (Notó que <strong>el</strong> aparato vibraba y se sacudía.)<br />

Va a desintegrarse en <strong>el</strong> aire —continuó, pensando—, y yo caeré girando<br />

vertiginosamente hasta <strong>el</strong> mar, como una hoja en la oscuridad. Luego me<br />

sumergiré en las profundidades negras y frías d<strong>el</strong> mar, que lo absorbe todo...». Ella<br />

se durmió, y cuando despertó se encontró dentro d<strong>el</strong> aparato, parado. El americano<br />

la sacudía. Habían aterrizado. El r<strong>el</strong>oj marcaba la una de la madrugada, pero<br />

cuando <strong>el</strong> autobús hubo depositado a los pasajeros en la terminal, eran ya las tres.<br />

Ella estaba entumecida, tenía frío y acusaba la pesadez d<strong>el</strong> cansancio. El americano<br />

continuaba a su lado, todavía de buen humor y con su ancha cara d<strong>el</strong> color rosa<br />

brillante que da la salud. Le ofreció compartir un taxi; no había suficientes para<br />

todos.<br />

—Estaba segura de que era <strong>el</strong> final —comentó Ella, notando que su voz<br />

sonaba de tan buen humor como la de él.<br />

—Sí. Desde luego lo parecía —asintió él con una sonrisa y enseñando la<br />

dentadura—. Cuando vi al tipo aqu<strong>el</strong> que se encogía de hombros, pensé: «<br />

¡Muchacho, estamos listos!...» ¿Dónde vive<br />

Ella se lo dijo y añadió:<br />

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