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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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—La gente vulgar no tiene por qué ser estúpida, Anna. Sé muy bien lo que<br />

soy. Y por eso me desconcierto cuando estoy en <strong>el</strong> despacho de mi padre y me doy<br />

cuenta de que es una especie de magnate. Porque yo también sería capaz de<br />

hacerlo. Pero no podría. En absoluto, ya que lo haría consciente de las<br />

contradicciones, por culpa tuya y de mi madre. La diferencia entre mi padre y yo es<br />

que yo sé que soy una persona vulgar, pero mi padre no; no lo sabe. Me doy<br />

cuenta de que personas como tú y mi madre sois cien veces mejores que él, a<br />

pesar de que habéis fracasado y estáis metidas en un buen lío. Pero lamento<br />

saberlo. No se lo digas a mi madre, pero, la verdad, es una lástima que no haya<br />

sido mi padre quien me educara. Si lo hubiera hecho él, me habría gustado mucho<br />

heredar su sitio.<br />

Anna no pudo evitar lanzarle una mirada penetrante; sospechaba que lo<br />

había dicho para qué se lo repitiera a Molly, y herirla de esta forma. Pero en su<br />

rostro sólo se veía aqu<strong>el</strong>la mirada introspectiva tan suya, paciente, seria,<br />

reconcentrada. No obstante, Anna sentía que en su interior avanzaba una oleada de<br />

histerismo, y sabía que reflejaba la de él. En consecuencia, empezó a buscar<br />

desesperadamente palabras que le controlaran. Le vio girar la pesada cabeza sobre<br />

<strong>el</strong> eje de su cu<strong>el</strong>lo, corto y grueso, para mirar los <strong>cuaderno</strong>s abiertos encima d<strong>el</strong><br />

caballete y pensó: «Dios mío, espero que no haya venido para hablar de <strong>el</strong>los. O de<br />

mí». Se apresuró a decir:<br />

—Me parece que imaginas a tu padre como una persona mucho más simple<br />

de lo que es en realidad. No creo que se sienta libre de contradicciones. Una vez<br />

dijo que ser un importante hombre de negocios equivalía a ser un botones de gran<br />

categoría. Y olvidas que en los años treinta tuvo una racha de comunismo, e incluso<br />

fue un poco bohemio durante una temporada.<br />

—Y ahora su manera de acordarse de <strong>el</strong>lo es tener aventuras con las<br />

secretarias; así cree que no es una mera pieza d<strong>el</strong> mecanismo burgués.<br />

Dijo esto en un tono chillón y vengativo, y Anna pensó: «Es de esto de lo<br />

que deseaba hablar». Sintió alivio.<br />

Tommy prosiguió:<br />

—Esta tarde, después de acudir al despacho de mi padre, he ido a ver a<br />

Marion. Simplemente quería verla. Por lo regular la veo en nuestra casa. Estaba<br />

borracha, y las niñas hacían ver que no lo notaban. Hablaba de mi padre y de su<br />

secretaria, mientras <strong>el</strong>las fingían no saber a qué se refería. —Aguardó a que <strong>el</strong>la<br />

dijera algo echándose hacia d<strong>el</strong>ante, con la mirada aguzada por <strong>el</strong> reproche. Al no<br />

decir nada <strong>el</strong>la, añadió—: Vaya, ¿por qué no dices lo que opinas Ya sé que<br />

desprecias a mi padre porque no es un hombre bueno.<br />

Al oír la palabra bueno, Anna se rió sin querer, y se dio cuenta de que él<br />

fruncía <strong>el</strong> ceño.<br />

—Perdona, pero no es una de las palabras que uso normalmente.<br />

—¿Por qué no, si es lo que piensas Mi padre está causando la pérdida de<br />

Marión y la de sus niñas, ¿no ¿O vas a decirme que es culpa de Marion<br />

—Tommy, no sé qué decir. Vienes a verme, y ya sé que quieres oírme<br />

pronunciar palabras sensatas. Pero es que no sé...<br />

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