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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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Despacio, los pies firmes, aunque ciegos, subían las escaleras. Se pararon<br />

en <strong>el</strong> r<strong>el</strong>lano mientras Tommy se volvía, palpando las paredes. Luego entró. Como<br />

aqu<strong>el</strong>la habitación no le era conocida, se paró con la mano puesta sobre <strong>el</strong> borde de<br />

la puerta. Después ad<strong>el</strong>antó <strong>el</strong> hocico oscuro y ciego hacia <strong>el</strong> centro d<strong>el</strong> cuarto,<br />

soltó la puerta y avanzó.<br />

—Más a la izquierda —dijo Marion.<br />

Se encaminó hacia la izquierda, avanzó un paso más de lo debido, tropezó<br />

con la rodilla contra <strong>el</strong> borde de la cama, dio rápidamente una vu<strong>el</strong>ta para no caer,<br />

y se sentó de golpe. Entonces miró por la habitación con aire de pregunta.<br />

—Estoy aquí —dijo Anna.<br />

—Estoy aquí —dijo Marión.<br />

Él dijo, dirigiéndose a Marion:<br />

—Me parece que es hora de que empieces a hacer la cena. Si no, vamos a<br />

llegar tarde al mitin.<br />

—Esta noche vamos al gran mitin —proclamó Marion, alegre y traviesa.<br />

Su mirada se encontró con la de Anna, hizo una mueca y apartó la vista. En<br />

aqu<strong>el</strong> preciso momento, Anna vio, o más bien sintió, que ya había dicho lo que<br />

Marion y Tommy esperaban que dijera. De pronto, Marion añadió, hablando a<br />

Tommy:<br />

—Anna opina que hacemos las cosas de una manera equivocada.<br />

Tommy volvió la cara en dirección a Anna. Los labios gruesos y testarudos<br />

se movían al unísono. Era un gesto nuevo: los labios intentaban torpemente<br />

articularse, como si toda la incertidumbre que se negaba a mostrar en su ceguera,<br />

surgiese entonces. La boca, que antes era la confirmación visible de su voluntad<br />

oscura, decidida, siempre bajo control, parecía ahora la única cosa incontrolada en<br />

él, pues no tenía conciencia de que hacía mover la boca de aqu<strong>el</strong>la forma. En la luz<br />

clara y poco profunda de aqu<strong>el</strong> cuartito, estaba alerta sobre la cama, muy joven,<br />

muy pálido, como un chico indefenso, con una boca vulnerable y que daba pena.<br />

—¿Por qué —preguntó—. ¿Por qué<br />

—Él caso es —dijo Anna, oyendo como la voz se le volvía dura v llena de<br />

humor, liberándola de toda aqu<strong>el</strong>la histeria—, <strong>el</strong> caso es que Londres está lleno de<br />

estudiantes que van dándose de golpes con la policía. En cambio, vosotros dos<br />

estáis en una exc<strong>el</strong>ente situación para estudiarlo todo y convertiros en expertos.<br />

—Yo creí que venías a apartarme de Marion —dijo Tommy, apresuradamente<br />

y quejoso, en un tono que nadie le había oído desde que se volvió ciego—. ¿Por qué<br />

tiene que volver con mi padre ¿La vas a obligar a volver<br />

—Oídme, ¿por qué no os marcháis los dos juntos de vacaciones A Marion le<br />

daría tiempo de pensar sobre lo que quiere hacer. Y tú, Tommy, tendrás una<br />

oportunidad de volar fuera de esta casa.<br />

Marion dijo:<br />

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