09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Porque, claro, le creíamos inhumano. Hacía <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de comisario; era <strong>el</strong><br />

líder int<strong>el</strong>ectual y comunista. A pesar de <strong>el</strong>lo, era la persona más burguesa que he<br />

conocido. Con esto quiero decir que sus instintos estaban a favor d<strong>el</strong> orden, de la<br />

corrección y la conservación de lo existente. Recuerdo que Jimmy se reía de él y<br />

decía que si encabezara una revolución con éxito <strong>el</strong> miércoles, <strong>el</strong> jueves ya habría<br />

creado un Ministerio de Moralidad convencional. A lo que Willi contestaba que él era<br />

comunista y no anarquista.<br />

No sentía ninguna simpatía por los emocionalmente débiles o por los<br />

inadaptados. Despreciaba a la gente que dejaba que sus vidas fueran perturbadas<br />

por emociones personales. Lo cual no significaba que no fuera capaz de pasarse<br />

noches enteras dando buenos consejos a alguien que tuviera dificultades; pero sus<br />

consejos tendían a dejar a quien los recibía con <strong>el</strong> sentimiento de que no estaba a<br />

la altura, de que no valía mucho.<br />

Willi había tenido la educación más convencionalmente burguesa que pueda<br />

imaginarse. La recibió en Berlín, durante los últimos años veinte y en los treinta. En<br />

un medio que él calificaba de decadente, pero d<strong>el</strong> que había sido parte bien<br />

integrada, conoció un poco de homosexualidad convencional a los trece años, fue<br />

seducido por la criada a los catorce, se apasionó por las fiestas, los coches y las<br />

cantantes de cabaret, tuvo un intento sentimental de reformar a una prostituta —<br />

que después le hacía sentirse sentimentalmente cínico—, despreció<br />

aristocráticamente a Hitler, y dispuso siempre de mucho dinero.<br />

Siempre, incluso en aqu<strong>el</strong>la Colonia y cuando ganaba unas pocas libras a la<br />

semana, iba atildado; muy <strong>el</strong>egante, con un traje de diez ch<strong>el</strong>ines hecho por un<br />

sastre indio. Era de estatura mediana, d<strong>el</strong>gado, y un poco cargado de espaldas.<br />

Llevaba como un casquete de p<strong>el</strong>o negro, brillante y muy liso, que le retrocedía<br />

rápidamente. Tenía una frente pálida y ancha, ojos verdes muy fríos, por lo general<br />

invisibles detrás de unas gafas enfocadas hacia algún punto con insistencia, y una<br />

nariz prominente y autoritaria. Escuchaba con paciencia cuando la gente le hablaba.<br />

Sus lentes r<strong>el</strong>ucían, pero luego se los quitaba y dejaba al descubierto sus ojos, que<br />

al principio eran débiles y parpadeaban tratando de ajustarse, aunque súbitamente<br />

se agudizaban para adoptar una expresión crítica; entonces empezaba a hablar,<br />

con una simplicidad y una arrogancia que cortaban la respiración de sus<br />

interlocutores. Éste era Wilh<strong>el</strong>m Rodde, <strong>el</strong> revolucionario profesional que más tarde<br />

(después de no haber conseguido <strong>el</strong> puesto bien retribuido en una empresa<br />

londinense con que había contado) se fue a la Alemania d<strong>el</strong> Este (observando, con<br />

su usual franqueza brutal: «He oído que allí se vive muy bien, con coches y<br />

chóferes») y se convirtió en un funcionario con mucho poder. Y estoy segura de<br />

que es un funcionario de extraordinaria eficacia; estoy segura de que es humano,<br />

cuando <strong>el</strong>lo resulta posible. Pero me acuerdo de él en Mashopi; me acuerdo de<br />

todos nosotros en Mashopi, pues ahora todos aqu<strong>el</strong>los años de noches de<br />

conversación y de actividad, cuando nos agitábamos por la política, me parecen<br />

mucho menos rev<strong>el</strong>adores que lo que hacíamos en Mashopi. Aunque, como ya he<br />

dicho, esto era debido sólo a que políticamente estábamos sumidos en un vacío, sin<br />

ninguna oportunidad de manifestarnos dentro de una situación de responsabilidad<br />

política.<br />

Los tres hombres d<strong>el</strong> campamento estaban unidos sólo por <strong>el</strong> uniforme, a<br />

pesar de que habían sido amigos en Oxford. Reconocían que <strong>el</strong> fin de la guerra<br />

sería <strong>el</strong> fin de su intimidad. A veces, incluso, rev<strong>el</strong>aban la falta de aprecio mutuo en<br />

aqu<strong>el</strong> tono de voz ligero, duro y burlón que nos era común durante aqu<strong>el</strong>la época<br />

en concreto; nos era común a todos, es decir, excepto a Willi, cuya manera de<br />

hacer concesiones al tono o al estilo de aqu<strong>el</strong>la época era dejar libres a los demás:<br />

así participaba él en la anarquía. En Oxford, los tres habían sido homosexuales. Al<br />

73

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!