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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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12 de noviembre<br />

Ayer por la noche soñé con la paloma. Me recordaba algo, pero no sabía<br />

qué. En mi sueño luchaba, sin conseguirlo, por acordarme. Sin embargo, cuando<br />

desperté supe en seguida lo que era: un incidente ocurrido en los fines de semana<br />

en <strong>el</strong> hot<strong>el</strong> Mashopi. No he pensado en él desde hace años, pero ahora lo evoco<br />

claramente y con todo detalle. De nuevo me exaspero por <strong>el</strong> hecho de que mi<br />

cerebro conserve tantas cosas encerradas tan imposibles de alcanzar, a menos que<br />

tenga suerte. Esas cosas dan lugar a que se produzcan incidentes como <strong>el</strong> de ayer.<br />

Debió de suceder durante uno de los fines de semana intermedios, no en <strong>el</strong> último,<br />

cuando estalló la crisis, Sí, porque aún debíamos estar en buenas r<strong>el</strong>aciones con los<br />

Boothby. Recuerdo que la señora Boothby entró en <strong>el</strong> comedor a la hora d<strong>el</strong><br />

desayuno, con un fusil d<strong>el</strong> calibre 22, y nos preguntó a todo <strong>el</strong> grupo:<br />

—¿Alguno de ustedes sabe tirar<br />

Paul contestó, tomando <strong>el</strong> arma:<br />

—La costosa educación que me han dado no podía permitir que ignorase las<br />

sutilezas d<strong>el</strong> asesinato de patos y faisanes.<br />

—¡Oh, no se trata de nada fino! —exclamó la señora Boothby— por ahí<br />

andan su<strong>el</strong>tos algunos patos y faisanes, aunque no muchos. El señor Boothby ha<br />

dicho que le gustaría comer una empanada de pichón. Antes solía salir con la<br />

escopeta de vez en cuando, pero ha engordado demasiado para seguir, haciéndolo.<br />

Por eso pensé que tal vez ustedes serían tan amables...<br />

Paul inspeccionaba <strong>el</strong> arma irónicamente. Por fin dijo:<br />

—Bueno, nunca se me había ocurrido ir a matar pájaros con un fusil. Pero, si<br />

lo hace <strong>el</strong> señor Boothby, también puedo hacerlo yo.<br />

—No es difícil —comentó la señora Boothby, dejándose engatusar como de<br />

costumbre por la apariencia cortés d<strong>el</strong> trato de Paul—. Hay un pequeño v<strong>el</strong>d allí,<br />

entre los kopjes, que está lleno de pichones. Espere a que se posen, y sólo es<br />

cuestión de irlos recogiendo.<br />

—¡Eso no es deportivo! —exclamó Jimmy, solemnemente.<br />

—¡Dios mío! ¡No es deportivo! —gritó Paul teatralmente y tapándose la<br />

frente con una mano, mientras que con la otra apartaba de sí <strong>el</strong> fusil.<br />

La señora Boothby no estaba muy segura de si tenía que tomarle en serio,<br />

pero explicó:<br />

—No hay nada malo en <strong>el</strong>lo. No disparen a menos que no estén seguros de<br />

matar. Así, ¿qué daño hacen<br />

—Tiene razón —dijo Jimmy, dirigiéndose a Paul.<br />

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