09.02.2015 Views

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

el-cuaderno-dorado_dorislessing

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

trozo de acera sombreado y cubierto de mesas, en una de las cuales se sentaron,<br />

pidiendo los dos pernod. Era <strong>el</strong> momento de hablar de negocios. Ella estaba en<br />

desventaja. Sabía que si regresaba junto a Patricia Brent con los derechos para la<br />

publicación d<strong>el</strong> serial Comment j'ai fui un grana amour, aqu<strong>el</strong>la matrona tan<br />

incorregiblemente provinciana estaría encantada... Para <strong>el</strong>la la palabra francés era<br />

garantía de calidad: amores discretos, pero auténticos, de tono <strong>el</strong>evado y culto;<br />

para <strong>el</strong>la, la expresión «Por expresa concesión de Femme et Foyer, de París»,<br />

destilaría la fragancia única de un caro perfume francés. Pero Ella también sabía<br />

que cuando Patricia lo leyera (traducido, pues no sabía francés) estaría de acuerdo,<br />

aunque de mala gana, en que la historia no era apropiada. Ella podía verse, si lo<br />

quería, protegiendo a Patricia contra sus propias debilidades. Pero <strong>el</strong> hecho era que<br />

no abrigaba la intención de comprar <strong>el</strong> serial, que jamás se había propuesto<br />

comprarlo; y, por lo tanto, estaba haciendo perder <strong>el</strong> tiempo a aqu<strong>el</strong> joven tan<br />

increíblemente bien alimentado, lavado y educado. Debería sentirse avergonzada;<br />

pero no lo estaba. Si le hubiera caído bien, habría sentido algún remordimiento;<br />

pero la verdad era que le consideraba una muestra de la muy bien entrenada<br />

especie de animal burgués, y estaba dispuesta a servirse de él: puesto que era<br />

incapaz de sentarse placenteramente a la mesa de un café público sin la protección<br />

de un hombre —a tales extremos había llegado <strong>el</strong> debilitamiento de sus facultades<br />

de independencia—, aqu<strong>el</strong> hombre sería tan útil cómo cualquier otro en su empeño<br />

por desquitarse. Para conservar las formas, empezó explicándole a Monsieur Brun<br />

que la historia habría de ser adaptada para <strong>el</strong> público inglés. El argumento se<br />

refería a una pobre huérfana llena de dolor por la pérdida de su hermosa madre,<br />

muerta prematuramente debido a la brutalidad d<strong>el</strong> marido. La chica crecía en un<br />

convento de monjas muy bondadosas. Era extremadamente piadosa, pese a lo<br />

cual, a los quince años, sería engañada por <strong>el</strong> desalmado jardinero. Entonces, sin<br />

atreverse siquiera a mirar cara a cara a las inocentes monjas, huyó a París para<br />

terminar, culpable aunque inocente de corazón, yendo de hombre en hombre y<br />

siendo engañada por todos. A los veinte años, y madre de un niño ilegítimo que<br />

había dejado al cuidado de otro grupo de monjas bondadosas, conocía a un<br />

aprendiz de panadero de cuyo amor <strong>el</strong>la se sentía indigna. Escapaba de aqu<strong>el</strong> amor<br />

auténtico para caer de nuevo en otros brazos indiferentes, lamentándose de<br />

continuo. Por último, <strong>el</strong> aprendiz de panadero (aunque sin sobrepasar <strong>el</strong> número de<br />

páginas obligado) la encontraba, la perdonaba, le prometía amor, pasión y<br />

protección eternos. «Mon amour —terminaba la epopeya, mon amour, cuando huí<br />

de ti no sabía que escapaba d<strong>el</strong> verdadero amor.»<br />

—Como verá —dijo Ella—, es de un espíritu tan francés que deberíamos<br />

escribirlo de nuevo.<br />

—¿Ah, sí ¿Y por qué —Sus ojos oscuros, prominentes y redondos,<br />

expresaban rencor.<br />

Ella se contuvo a tiempo de decir una indiscreción (iba a criticar la mezcla de<br />

r<strong>el</strong>igiosidad y erotismo), pensando en que Patricia Brent también se habría puesto<br />

tiesa si alguien, por ejemplo Robert Brun, le hubiese dicho: «Eso es de un espíritu<br />

tan inglés...»<br />

—A mí —arguyó Robert Brun— la historia me parece muy triste, muy exacta<br />

desde <strong>el</strong> punto de vista psicológico...<br />

—Las historias que se escriben para los semanarios femeninos son siempre<br />

exactas desde <strong>el</strong> punto de vista psicológico. La cuestión es a qué niv<strong>el</strong> son exactas.<br />

Los ojos de él, su cara toda se inmovilizó un instante, molesto a causa de la<br />

incomprensión. Luego, Ella vio que dirigía su mirada al otro extremo de la acera: la<br />

271

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!