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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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mismo con Tommy. Ha hablado de ti, te ha cogido manía. ¡Qué se le va a hacer!<br />

Supongo que es porque Richard le habrá dicho que hubo algo entre vosotros dos.<br />

—¡Pero si no hubo nada!<br />

—¿Le has vu<strong>el</strong>to a ver<br />

—No. Y a Marion tampoco.<br />

Las dos se quedaron calladas, junto a sus respectivos aparatos. Si se<br />

hubieran encontrado en la misma habitación, se habrían mirado de reojo o<br />

hubiesen intercambiado muecas. De repente, Anna oyó:<br />

—Estoy aterrorizada, Anna. Sucede algo horrible, seguro. ¡Dios mío y no sé<br />

qué hacer! Tengo que irme volando... Habré de tomar un taxi. Adiós.<br />

Normalmente, cuando oía ruido de pasos en la escalera, Anna se quitaba de<br />

la parte de la habitación en que quedaba visible desde fuera, para no tener que<br />

llevar a cabo un innecesario intercambio de saludos con <strong>el</strong> joven galés. En aqu<strong>el</strong>la<br />

ocasión, miró con insistencia a su alrededor, y apenas logró ahogar un grito de<br />

alivio al darse cuenta de que los pasos eran de Tommy. Éste abarcó con una<br />

sonrisa a Anna, <strong>el</strong> cuarto, la pluma que tenía en la mano y los <strong>cuaderno</strong>s abiertos,<br />

como si contemplara <strong>el</strong> cuadro que había esperado. Pero pasada la sonrisa, sus<br />

ojos oscuros volvieron a dirigirse hacia sí mismo, a su interior, y la cara adoptó una<br />

expresión de solemnidad. El instinto de Anna le dictó que debía correr al t<strong>el</strong>éfono,<br />

pero logró detenerse a tiempo, pensando que lo mejor sería inventarse una excusa<br />

para subir y llamar desde allí. Súbitamente, Tommy dijo:<br />

—Supongo que debes de estar pensando que tendrías que llamar a mi<br />

madre.<br />

—Sí. Acaba de t<strong>el</strong>efonear.<br />

—Bueno, pues sube si quieres; a mí no me importa.<br />

Lo dijo con buena intención, para tranquilizarla.<br />

—No, llamaré desde aquí.<br />

—Imagino que ha estado husmeando en mi cuarto y anda preocupada por<br />

todos aqu<strong>el</strong>los libros sobre locos.<br />

Ante la palabra locos, Anna sintió que la expresión se le ponía rígida de<br />

sobresalto. Se dio cuenta de que Tommy lo había notado, y exclamó con energía:<br />

—Siéntate, Tommy. He de hablarte. Pero antes tengo que llamar a Molly.<br />

Tommy no mostró sorpresa ante aqu<strong>el</strong>la repentina energía.<br />

Se sentó, acomodándose con cuidado, las piernas juntas, los brazos por<br />

d<strong>el</strong>ante, apoyados en los d<strong>el</strong> sillón, y contempló cómo Anna llamaba por t<strong>el</strong>éfono.<br />

Pero Molly ya había salido. Anna se quedó sentada en la cama, con expresión<br />

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