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el-cuaderno-dorado_dorislessing

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Todos se reían, y los ojos de <strong>el</strong>la, aparentemente tan negros y atrevidos, tan<br />

llenos de aparente aplomo, estaban clavados en su marido con ansiedad y miedo.<br />

—¿Whisky, N<strong>el</strong>son —le preguntó, después de servir a los demás; su voz<br />

parecía matizada por una repentina y aguda súplica<br />

—Doble —lo dijo con agresividad y en tono desafiante.<br />

Se miraron un momento. Un momento en <strong>el</strong> que se quedaron al descubierto.<br />

Los demás, entonces, hicieron bromas y se rieron para disimular. Esto último lo<br />

comencé a comprender poco a poco: se tapaban los unos a los otros<br />

continuamente. Aqu<strong>el</strong>lo me produjo una sensación de gran incomodidad: <strong>el</strong><br />

contemplar una actitud amistosa semejante y tan natural, sabiendo que estaban<br />

vigilantes todos <strong>el</strong>los por si se producían momentos como aquél, a fin de poder<br />

cubrirlos. Yo era la única inglesa de la reunión, lo que evidenciaba su d<strong>el</strong>icadeza y<br />

su especial instinto de la generosidad. Se esforzaron por hacer chistes, con los que<br />

se burlaban de <strong>el</strong>los mismos por las actitudes tan convencionales que los<br />

americanos adoptan respecto a los ingleses. Debo reconocer que tenían mucha<br />

gracia y que me reí con gana, aunque sentía cierto malestar porque no sabía cómo<br />

podía burlarme fácilmente de mí misma en una lógica respuesta. Bebimos mucho,<br />

pues era ese tipo de reunión en que la gente se dispone, desde <strong>el</strong> momento de<br />

entrar, a trasegar la mayor cantidad posible de bebida en <strong>el</strong> menor tiempo. La<br />

verdad es que yo no estoy acostumbrada a <strong>el</strong>lo, y me emborraché más que nadie y<br />

más rápidamente, aun cuando los otros bebieran mucho más que yo. Recuerdo a<br />

una mujer rubia y pequeña, vestida con un traje chino de brocado verde muy<br />

estrecho. Aqu<strong>el</strong>la mujer era realmente hermosa, de una exquisitez diminuta y<br />

perfecta. Creo que es la cuarta esposa de un magnate d<strong>el</strong> cine, un hombre moreno<br />

y bastante feo. En una hora se bebió cuatro dobles, pero se mantuvo tranquila,<br />

siempre bajo control y encantadora, observando cómo su marido bebía con<br />

ansiedad y cuidándole como a un niño pequeño para que no se emborrachara de<br />

verdad.<br />

—Mi nene no necesita beber más. De veras.<br />

Le arrullaba, hablándole como a un bebé. Y él:<br />

—Oh sí, tu nene necesita este trago y se lo va a tomar.<br />

Y <strong>el</strong>la le acariciaba y le daba palmaditas:<br />

—Mi nenito no se lo beberá, no, porque su mamá no quiere.<br />

Y no se lo bebió. Ella le acarició y le meció, y yo pensé que aqu<strong>el</strong>lo era<br />

insultante, hasta que me di cuenta que la actitud de ambos era la base de aqu<strong>el</strong><br />

matrimonio: <strong>el</strong> hermoso vestido verde chino y los estupendos y largos pendientes<br />

eran la contrapartida de que <strong>el</strong>la le hiciera de madre y le tratara como a un bebé.<br />

Aunque yo me sentía azorada, no había nadie más que lo estuviera. Me di cuenta<br />

de <strong>el</strong>lo al notarme allí sentada, demasiado tensa, mientras les observaba. Estaba<br />

un poco aparte, pues yo no sé hablar de aqu<strong>el</strong>la manera tan tranquila y<br />

dicharachera a un mismo tiempo. Me sentía azorada y con miedo a que la próxima<br />

vez que surgiera una curva p<strong>el</strong>igrosa no hubiera nadie al tanto y se produjera <strong>el</strong><br />

temido accidente, cosa que al final se produjo hacia medianoche. Entonces<br />

comprendí que no tenía de qué asustarme, porque todos los presentes me<br />

aventajaban en sofisticación; <strong>el</strong> término medio de ésta llegaba mucho más lejos de<br />

lo que yo estaba acostumbrada. En realidad, era su sentido d<strong>el</strong> humor sobre <strong>el</strong>los<br />

mismos y su capacidad de auto-parodia lo que les protegía contra <strong>el</strong> sufrimiento<br />

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